La entrevista: Se necesitan voluntarios misioneros

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La entrevista: Se necesitan voluntarios misioneros

Números de la División de América del Norte han bajado, el crecimiento de las misiones en otras divisiones

La División Norteamericana de la Iglesia Adventista aún envía más voluntarios al extranjero que cualquiera de las otras doce divisiones mundiales. Pero las cifras están en retroceso.

Por primera vez el año pasado, los voluntarios de Norteamérica fueron menos que el total combinado de las demás divisiones. En 2008, Norteamérica envió 443 voluntarios, que por entonces representaba el 59 por ciento del total mundial de la denominación. En 2011 esa cifra cayó a 341, o el 48 por ciento del total mundial.

Esta tendencia enfatiza tanto el descenso gradual de voluntarios de Norteamérica como el crecimiento de los programas misioneros de otras divisiones, como sucede en Sudamérica y el Pacífico Sur.

En la actualidad hay 1.323 voluntarios adventistas que trabajan en 84 países. Por lo general, los voluntarios dedican un año o dos en instituciones educativas, clínicas y puestos misioneros adventistas de cualquier lugar del mundo.

John Thomas, Director del Servicio de Voluntarios Adventistas dice que aún existe una inmensa necesidad de contar con voluntarios.

Thomas, que tiene 59 años y también es secretario asociado en la sede central de la Iglesia Adventista, está tratando de que otros lugares sepan que pueden hacer arreglos para conseguir voluntarios. Esto hará que el número general de voluntarios se incremente.

Recién regresado de un viaje de 26 días por África para supervisar proyectos misioneros y promover programas de voluntarios, Thomas se reunió con ANN en su oficina. El experimentado director de colegio secundario y misionero analizó las tendencias y los desafíos, y aventuró qué puede hacer Norteamérica para que sus cifras vuelvan a incrementarse. A continuación se presenta la versión editada de la entrevista:

Red de Noticias Adventistas: ¿Qué clase de tendencias puede notar?

John Thomas: Hay un gran interés en voluntarios de América Central y del Sur, pero que no pueden comunicarse en inglés. De manera que es cuestión de hallar lugares donde puedan ir, en especial de habla portuguesa, porque en el mundo son limitadas las zonas donde se habla portugués. Desafortunadamente, en Brasil se habla casi con exclusividad el portugués. Argentina es muy bilingüe; muchas instituciones educativas usan tanto el español como el inglés. Brasil se limita al portugués, lo que representa una limitación para que la generación más joven se integre al mundo.

ANN: ¿Por qué siente que las cifras de Norteamérica son tan significativas?

Thomas: Sus voluntarios son muy valiosos porque son útiles, es decir, provienen de un sistema educativo que es muy diverso. Aprenden una variedad de disciplinas y habilidades, que hace que se adapten mejor. Pero ahora, los voluntarios de Norteamérica son en realidad la mitad de lo que eran hace no mucho. En 2004, Norteamérica envió 471 voluntarios. En 2011 tuvieron 341. Es decir que los números de Norteamérica están en descenso mientras que el resto se va incrementando.

ANN: ¿Qué puede entonces hacer la iglesia?

Thomas: Mayor promoción. Cuando analizamos las cifras recientes y vemos que Norteamérica ha pasado de más de 400 a la mitad, esto nos indica que se necesita una vigorosa promoción del programa de voluntarios dentro de la división. Cuando veo y escucho lo que se está haciendo en otras divisiones, particularmente en Sudamérica y el Pacífico Sur, donde los programas de voluntarios tienen un perfil muy alto dentro de la red adventista, veo que en Norteamérica hay una tarea pendiente.

ANN: La verdad sea dicha, yo fui estudiante misionero en Micronesia. En la orientación que recibí en Hawái, parecía que Walla Walla [la Universidad Adventista en el estado de Washington, Estados Unidos] había enviado más voluntarios que cualquier otra institución de educación superior. ¿A qué cree usted que se debe esto?

Thomas: Algunas instituciones han desarrollado su propia red de apoyo para generar interés en la Misión de Guam y Micronesia. No solo Walla Walla, sino también el Colegio Superior Union [en Nebraska, Estados Unidos], y Southern [la Universidad Adventista en Tennessee, Estados Unidos]. Esas instituciones cuentan con un personal activo como parte de capellanía, que promueven e impulsan el servicio voluntario. Y las cifras lo muestran.

ANN: ¿A qué tipo de voluntarios se refiere?

Thomas: Muchos son estudiantes de educación superior. Otros son adultos, y algunos inclusive son jubilados. En general, son voluntarios que van al extranjero por un año o dos. Algunos aun extienden su período de servicio. Pero no estamos hablando de viajes misioneros de corto plazo (por ejemplo, de una semana), ni a largo plazo [los empleados interdivisiones], a cinco años.

ANN: ¿Dónde se encuentran ahora las mayores necesidades?

Thomas: A la Misión de Guam y Micronesia le faltan unas cuarenta personas de lo que necesita para su red educativa. Ha habido unas pocas malas experiencias, y aun algunas tragedias, incluida la tan divulgada muerte de Kirsten. Los voluntarios que van allí o a cualquier parte deberían mantenerse dentro de los parámetros establecidos de la misión o la institución, y eso reducirá la probabilidad de que les suceda algo malo. Hay una gran necesidad de voluntarios que enseñen enfermería, educadores, contadores, doctores y gente que trabaje en informática. También necesitamos nuevos lugares que puedan dar cabida a los voluntarios que no hablan inglés. A cualquier lugar del mundo que voy, insto a los directivos de la iglesia para que establezcan más ubicaciones para los voluntarios. Eso no significa que todos los puestos serán cubiertos, pero cuantas más lugares tengamos, mejor será. Lo interesante es que los primeros lugares en cubrir la demanda son los que tienen las condiciones más difíciles de vida. Pienso por ejemplo en el Hospital Adventista de Bere, en Chad, en el norte de África, donde hace calor, no hay Internet, ni nada.

ANN: ¿Por qué hay gente que quiere ir a esos lugares tan difíciles?

Thomas: No estoy seguro. Acaso lo vean como una oportunidad extrema de servicio. Y hay un elevado porcentaje de los que van allí que regresan y terminan su carrera universitaria y entonces deciden volver al campo misionero.

ANN: El otro día usted mencionó que en la lista de espera hay en particular muchas jóvenes. ¿A qué se debe esto?

Thomas: No lo hemos analizado, pero sospecho que muchas jóvenes de los países desarrollados reconocen que el estilo de vida que tienen puede resultar perjudicial y que por lo tanto sienten el deseo de ir a algún lugar donde puedan liberarse de todas esas cosas y, por así decirlo, comenzar de nuevo. Creo que las señoritas están un poco más listas para servir a los necesitados y hallar un mayor significado para su existencia. Los varones tienden a ir a un lugar donde hay aventura.

ANN: ¿Qué tipo de persona se necesita ser para llegar a ser un estudiante misionero o voluntario en el exranjero?

Thomas: En realidad, se aplica a cualquier persona que esté dispuesta a ir y sepa adaptarse. Eso es clave. Los tipos de personas que van son muy variados. Tiene que ser una persona que simplemente esté dispuesta a ir y tome la decisión de hacerlo. Todo el que va, vuelve transformado. Lo invito a visitar nuestra sitio web Adventistvolunteers.org y completar allí la solicitud.