“¿Qué está pasando aquí?”, pregunta un hombre de mediana edad. Está metido dentro de su furgoneta mientras una llovizna incesante le impide a él y a otras personas pasear por la playa.
El hombre, que dice ser de un pueblo de las afueras de Manchester (Inglaterra), conduce una de las varias furgonetas que están aparcadas junto a la playa de Norwick, en la isla de Unst. Unst es la isla más septentrional de las islas Shetland y la frontera norte del Reino Unido.
“Deja que te lo explique”.
Como ha hecho muchas veces durante este sombrío 17 de mayo, el coordinador del equipo I Will Go Ride, Anthony Kent, se detiene para responder a la pregunta del hombre y acaba dejándole un par de libros adventistas.
Este hombre podría ser la última persona contactada ese día, que comenzó muchas horas y un par de viajes en ferry antes desde la base del equipo en Bixter, en las Shetlands Mainland.
UN PLAN Y UN PROGRAMA
Esa mañana temprano, el pastor jubilado Paul Tomkins reflexionó en el ejemplo de Pablo a la hora de llegar a los demás. “Salía y se tomaba su tiempo para ir al encuentro de las personas allí donde estaban y adoraban”, dijo Tomkins. Al mismo tiempo, Pablo “estaba dispuesto a cambiar su modus operandi y presentar el Evangelio en lugares públicos cuando tenía la oportunidad de hacerlo”.
Kent ha preparado un programa optimista para una ruta hacia el norte, hacia las islas exteriores del noreste de las Shetland. Saben que hay previsión de lluvia por la tarde y quieren aprovechar cada momento para recorrer la mayor parte posible de las islas antes de que se moje demasiado. Sin embargo, su mandato y su prioridad son claros: “Al fin y al cabo, no estamos en las Shetlands solo para andar en bicicleta”, dice Kent. “Queremos conocer a la gente y darles testimonio. Ese es nuestro primer objetivo”.
Su deseo se hace realidad cuando, a los pocos minutos del trayecto matutino, se detienen, una y otra vez, para hablar con personas de toda condición. Un hombre que espera en su coche estacionado; un obrero que arregla una valla para ovejas; una joven que pasea; e incluso un sepulturero nigeriano. Este grupo de ciclistas vestidos a juego de azul claro parece despertar su curiosidad. Todos terminan llevándose folletos o un libro.
MÁS ALLÁ
La primera travesía en ferry sitúa al equipo en la isla de Yell (966 habitantes) y, no mucho después, empieza a lloviznar. Después de recorrer Yell de suroeste a noreste, otro ferry los lleva a Unst (632 habitantes). Las travesías en ferry son también una oportunidad para Kent, que conecta y habla con algunos de los conductores que esperan en sus vehículos.
Para entonces, la llovizna es apenas visible pero implacable. Después de que Kent y Torben Bergland, director asociado de salud de la Asociación General, recorran Unst en dirección noreste, llegan a la playa de Norwick. Minutos antes, los ciclistas y sus vehículos de apoyo se detienen junto a la iglesia metodista de Haroldswick, un pequeño santuario que se anuncia como “la iglesia más septentrional de Gran Bretaña”.
“Quién sabe”, comenta un ciclista mojado y frío mientras todos guardan sus bicicletas para el viaje de vuelta, “si un futuro miembro de la iglesia no podrá rastrear su primer contacto hasta esta tarde”.
Esa noción es quizá lo que los hizo seguir pedaleando a pesar del frío y la lluvia.
AL INTERIOR
El 18 de mayo, otro día frío y nublado, toca dejar las bicicletas a un lado durante un rato para pasear por el centro de Lerwick. La capital (7.500 habitantes) bulle de movimiento, ya que los primeros cruceros de la temporada han empezado a llegar al puerto.
Los miembros del equipo ciclista recorren cada uno por su lado las calles aledañas al Centro Comunitario de Islesburgh, el lugar elegido para las reuniones del fin de semana. Una vez más, hablan con los transeúntes, distribuyendo folletos y algún que otro libro.
Entonces, cuando los miembros del equipo parecen dispuestos a tomarse un descanso, el pastor de Inverness Wilfred Masih tiene una idea: “¿Y si llamamos a la radio?”, sugiere. “¿Qué podemos perder?”.
Masih se sorprende cuando la persona al otro lado de la línea en la BBC Shetland 92.7 FM les dice que hagan una visita a la emisora para ser entrevistados. Masih, Kent y Jimmy Botha, presidente de la Misión Escocesa, visitan la emisora. Una vez más, explican qué están haciendo en las Shetland y por qué.
A continuación, dos periódicos recogen la historia y escriben sobre ella. Uno de ellos, The Shetland Times, destaca a los ciclistas como “un grupo de pastores de Noruega y de distintas partes de Escocia” que están “manteniendo conversaciones con los lugareños, hablándoles de esperanza”.
La entrevista radiofónica y el reportaje impreso no habían estado en los planes originales del equipo I Will Go Ride, pero una vez más, Dios abrió puertas que no habían considerado.
“Mi corazón rebosa ahora mismo por todo lo que estoy viviendo”, escribe Botha en un mensaje al equipo. “Esto es reconfortante”.
La versión original de esta noticia se publicó en el sitio web de Adventist Review.