La previsión meteorológica para Goroka, en las Tierras Altas Orientales de Papúa Nueva Guinea (PNG), acertó el 8 de mayo de 2024. En cuanto se puso el sol, empezó a caer una llovizna persistente. Una llovizna similar había caído la noche anterior, y aún caería más en los días siguientes.
Para las 92 sedes al aire libre de la serie de evangelización PNG para Cristo en todo el territorio de la Misión de Simbu de las Tierras Altas Orientales (MSTAO), copatrocinada por Radio Mundial Adventista, supuso un desafío adicional. Pero los equipos audiovisuales estaban preparados. Pronto cubrieron los altavoces y los proyectores con sombrillas de playa y se prepararon para proseguir con la reunión.
La gente también vino preparada. Desde lugares más pequeños, con unos cientos de asistentes a otros con miles, los que querían estar en las reuniones siguieron asistiendo a pesar de la lluvia. Y muchos decidieron seguir al Señor y prepararse para el bautismo y una vida futura sin más enfermedad ni dolor. Ni lluvia.
Un esfuerzo combinado
Como en otros lugares de Papúa Nueva Guinea, el éxito de las reuniones evangelizadoras de Goroka no comenzó con la decisión de la gente de asistir. Los líderes de las iglesias regionales, los pastores de las iglesias locales y los 109.000 miembros de las iglesias de todo la MSTAO aunaron sus esfuerzos para que se cuidara hasta el último detalle de las multitudinarias reuniones previstas del 26 de abril al 11 de mayo.
Entre los predicadores se encontraban líderes locales y regionales, con oradores invitados de otros países, en colaboración con Radio Mundial Adventista. Durante la primera semana de reuniones, miles de personas se reunieron para escuchar a Alex Bryant, presidente de la División Norteamericana, quien compartió la Palabra de Dios. Según informes de los organizadores, 769 personas fueron bautizadas al final de la primera semana.
Cantando bajo la lluvia
Uno de los lugares de Goroka contó con la oradora invitada Béatrice Sainte-Rose, quien predicó en francés. Sus mensajes fueron traducidos al inglés por su sobrina, Morija Togiaki, quien ha participado en iniciativas misioneras para AWR en varios países.
Pero antes de que Sainte-Rose y Togiaki pudieran subir al escenario el 8 de mayo, la llovizna se hizo más intensa. Un grupo de jóvenes se reunió con su líder de jóvenes bajo el toldo del equipo de audio y empezaron a cantar. “Haré brillar mi vida dondequiera que vaya”, cantaron. “Como adventista, defenderé mi identidad”.
Con cantos en grupo, temas musicales especiales y oraciones, el programa continuó como de costumbre.
Cuando Sainte-Rose y Togiako dieron finalmente la bienvenida a los asistentes, preguntaron a los niños qué recordaban de la presentación de la noche anterior. Decenas de niños compitieron por la atención de los ponentes para responder a las preguntas acerca del significado del bautismo bíblico.
En una zona rural
Subiendo la montaña a pocos kilómetros del pueblo, la carretera se vuelve oscura y fangosa. Solo las luces del camión de la misión brillan mientras serpentea hasta llegar al emplazamiento de Arioza. Allí, en un claro entre árboles colosales, al menos 1.000 personas se sientan en el suelo mojado, sobre alfombras húmedas o sobre rocas para escuchar al orador invitado Leroy Ramos hablar sobre acerca del cielo. El camino ha sido largo para Ramos, capellán de AdventHealth en Orlando (Florida, Estados Unidos).
El 8 de mayo, todo un equipo está allí, con cámaras, un potente sistema de sonido y luces, todo alimentado por un generador. Las reuniones se retransmiten en directo, por lo que es difícil saber cuántas personas las siguen. El fin de semana anterior, miles de personas llenaron el lugar para presenciar los primeros bautismos.
Caminando hacia la luz
Entre los recién bautizados se encuentra Elizah Lowari, de 71 años, natural de un pequeño pueblo de la montaña. Durante años, Lowari fue catequista de su pequeña congregación anglicana de habla unggai, el segundo responsable después del sacerdote. Cuando el sacerdote decidió marcharse, Lowari tomó el relevo. Pero tras leer la Biblia, se dio cuenta de que no podía seguir desempeñando su papel y decidió dejar de dirigir la congregación. Sin Lowari, la iglesia cerró sus puertas para siempre.
Un día, no hace mucho, Lowari se enteró de que su hijo Mathias, de 37 años, había estado asistiendo a reuniones adventistas, estudiando la Biblia y se había bautizado. Lowari lo confrontó inmediatamente. “¿Por qué no me dijiste que estabas estudiando con adventistas del séptimo día?”. le dijo Lowari. “Yo también quiero estudiar con ellos”.
Ahora, al igual que su hijo, Lowari está feliz de haberse convertido en miembro de la Iglesia y de estar en camino hacia el cielo.
“No podemos ni imaginar el hogar que Dios está preparando para que podamos vivir con él”, dice Ramos a la multitud mientras la lluvia parece tomarse un respiro momentáneo. “¿Cuántos quieren comprometerse a prepararse para ese momento? Quiero veros a todos allí”.
El artículo original se publicó en el sitio web de la Adventist Review.