Aún falta una hora para el comienzo del programa sabático en la iglesia adventista de Marianao en La Habana, Cuba, el 3 de agosto. A pesar de ello, decenas de niños ya llenan las bancas del templo mientras aguardan con ansias que comiencen las actividades. Varios de ellos han llegado temprano para practicar una parte especial. Otros están allí porque sus amigos los invitaron.
Miguel, un experimentado diácono, también está ocupado, armando los micrófonos para dejar el sistema de audio listo. Ha sido parte de la congregación por décadas, y ha sido testigo de sus momentos de crecimiento y retroceso.
“Solíamos tener más de 500 miembros de iglesia aquí en Marianao”, dice Miguel con un dejo de tristeza. “Pero muchos se fueron a vivir al extranjero. Ahora quedan unos pocos cientos”.
Al mismo tiempo, reconoce Miguel, la congregación de Marianao se encuentra en un estado perpetuo de cambios. “Después de que muchos de los miembros emigraron, nuevos niños, adultos y ancianos están llegando hasta la iglesia. Todos ellos están buscando esperanza”, dice.
“Hay un flujo cada vez mayor de niños de la comunidad”, añade Miguel. “En el presente, se están reuniendo en un salón posterior abierto donde suelen llevar a cabo la Escuela Bíblica de Vacaciones y otras actividades. Más y más niños están asistiendo”.
Una larga presencia en Cuba
La congregación de Marianao recibió un impulso muy necesario a mediados de la década de 1990, cuando Maranatha Volunteers International, un ministerio independiente de apoyo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, llegó por primera vez a Cuba para apoyar los esfuerzos de construcción de iglesias en toda la isla. Entre 1994 y 1997, un total de 64 voluntarios ayudaron a construir el templo en el que se reúne actualmente la congregación de Marianao. Después de tres décadas, sin embargo, la iglesia necesita una nueva capa de pintura y algunas reparaciones.
A fines de julio y comienzos de agosto, un grupo de empleados y amigos de la Secretaría de la Asociación General de la sede de la Iglesia Adventista del Séptimo día en Silver Spring, Maryland, Estados Unidos, pintaron y repararon varias iglesias adventistas en La Habana, Cuba. El equipo, dirigido por Erton Köhler, el secretario de la Asociación General, y por el secretario asociado Elbert Kuhn, llevó a cabo mejoras básicas a los templos con la ayuda logística de Maranatha.
Evangelismo vespertino
Muchos miembros del equipo también dirigieron o ayudaron con las reuniones de evangelización durante las noches y el fin de semana. La mayoría de las reuniones culminaron con ceremonias bautismales el 3 de agosto.
En la iglesia adventista de Mantilla —otra de las congregaciones que recibió el apoyo de la Secretaría de la Asociación General y de Maranatha— autobuses llenos de miembros de iglesia, sus vecinos y amigos llegaron cada noche para asistir a las reuniones de la iglesia.
Allí, en el templo recién pintado y a pesar del calor agobiante que los nuevos ventiladores de pared donados por Maranatha apenas podían refrescar, la gente llenó cada banco, ansiosa de escuchar un mensaje de la Palabra de Dios. Thomas Porter, experimentado misionero en varios continentes, predicó la Palabra de Dios todas las noches.
Fue una escena que se repitió en otras congregaciones de La Habana. En la iglesia de Marianao, el orador fue Clifmond Shameerudeen, coordinador del Centro de Religiones del Sudeste Asiático de la Asociación General. Köhler y el secretario asociado Gerson Santos también dirigieron reuniones vespertinas de evangelismo a pesar de dedicar las horas del día a llevar a cabo una tarea agobiante, a menudo bajo un sol abrasador, para embellecer la infraestructura de la iglesia en la ciudad capital de Cuba.
“Las personas están ansiosas de escuchar un mensaje de la Palabra de Dios”, dijeron los líderes locales. “Estamos agradecidos porque un equipo de líderes de la iglesia y de Maranatha se han asociado para este proyecto. Les agradecemos de todo corazón por estar tan comprometidos con la misión”.
El artículo original se publicó en el sitio web de la División Interamericana.