Puede que la idea de que 60.000 visitantes dupliquen el tamaño de tu ciudad de la noche a la mañana no entusiasme a todo el mundo, pero para algunas de las pequeñas empresas de Gillette (Wyoming, Estados Unidos), la perspectiva es una oportunidad apasionante.
“En cuanto decidimos la ubicación del Camporí Internacional de Conquistadores de 2024, empecé a llamar a las empresas de la zona para informarles de que íbamos a estar allí”, explica Kim Taylor en una entrevista mediante Zoom. Kim y su marido, Greg, son los directores externos del Camporí. “Les pregunté si les gustaría ofrecer productos de los Conquistadores mientras estuviéramos allí y, en caso afirmativo, qué podían ofrecer”.
Tras recibir varias respuestas positivas, la pareja hizo planes de viajar a Gillette y reunirse con varios empresarios locales. Lo que encontraron los asombró.
“¡Estaban preparados para nosotros!”, comenta Greg. “Se habían familiarizado con los requisitos de nuestras especialidades y se reunieron con nosotros con una lista de cosas que podían hacer para ayudar a los Conquistadores a cumplir los requisitos de las especialidades correspondientes a su área de competencia”.
Tomemos como ejemplo Área 59. Este centro de fabricación está equipado con una carpintería, una metalistería, grabadores láser, brazos robóticos y un taller de impresión en 3D. Para el público del Camporí, la directora del Área 59, Ellen Peterson, propuso una clase de fabricación de pines, fotografía digital para que los Conquistadores mayores se inicien en su especialidad, y una lección de manejo de drones para cualquier líder Conquistador que lleve a sus grupos a su tienda.
“Crecí como niña Scout y crié a mi hija como scout también, así que estamos muy familiarizados con el concepto de obtener insignias”, explica Peterson. “Siempre que íbamos a grandes eventos de escultismo, intercambiábamos insignias que representaban de dónde éramos, y siempre era muy divertido. Cuando vi que los Conquistadores también lo hacían, supe lo que teníamos que hacer”, añade.
Los Conquistadores que opten por esta actividad elegirán entre cuatro diseños y recibirán un kit con todos los materiales necesarios. A continuación, recorrerán el taller y verán las máquinas que se utilizan para fabricar cada pieza del kit antes de sentarse a montar sus pines.
“Todo se montará en una hora, para que el mayor número posible de ellos pueda realizar la actividad”, dice Peterson. “Habrá un poco de aprendizaje, pero sobre todo podrán crear”.
Peterson es educadora de profesión y por pasión, así que si hay alguna forma de ampliar la comprensión del mundo de alguien utilizando el espacio de Área 59, quiere hacerlo realidad. Esto incluye a los adultos del grupo.
Cuando Peterson vio que los Conquistadores podían obtener un premio por volar drones, se le ocurrió la idea desde un ángulo completamente distinto.
“Si sabes pilotar un dron, está muy bien, pero es difícil tomar uno y hacerlo”, dice. Se dio cuenta de que, si los líderes Conquistadores no sabían cómo dirigir un dron, no había manera de que pudieran enseñar a los niños a hacerlo para ganar esa especialidad. Y añade: “Nuestro objetivo es dotar a los consejeros de los conocimientos necesarios para transmitir a los niños los fundamentos del vuelo de drones, de modo que lo que hagamos aquí durante el Camporí tenga un efecto dominó”.
Peterson tuvo la idea de la actividad de fotografía digital después de asistir a una clase de fotografía en la universidad local y ver a un estudiante trabajando con una pantalla verde para que pareciera que montaba un T. rex.
“Pensé que quizá podríamos hacer que los Conquistadores eligieran uno de los lugares emblemáticos de esta parte del país que tal vez no llegaran a ver en este viaje y ayudarlos a crear fotografías para que pareciera que lo habían visto”, dice Peterson. Además, añade, tener algo plano que llevarse a casa como recuerdo tenía sentido.
Las actividades de Área 59 tuvieron un éxito inmediato; todas las plazas disponibles se agotaron hace meses.
Hands-on Pottery, un estudio de arte local, también se apresuró a crear una actividad apta para Conquistadores. Michelle Thara, la propietaria, tenía una maqueta de una pieza de recuerdo que los Conquistadores podían ir a pintar a su tienda por un precio mínimo. El recuerdo es una impresión del logotipo del Camporí “Cree en la promesa” en un cuadrado de cerámica.
“Les enseñaremos a utilizar la acuarela en la cerámica”, explica Thara. Y aunque los que hagan esta actividad utilizarán el mismo diseño, Thara sabe que todos serán diferentes. “Una cosa que me encanta de nuestro negocio es que se puede adaptar y personalizar a lo que la gente necesita y le gusta. Puede que sea un poco mi idea, pero al mismo tiempo es el arte de otras personas”, comparte.
Thara está acostumbrada y le encanta celebrar grandes eventos, aunque admite que 60.000 personas es mucho más de lo que ha hecho en el pasado.
“A menudo vienen a la ciudad grupos de autocaravanas y les doy clases para adultos y niños. He dado clases de cerámica, pintura sobre lienzo, vidrio fundido... Las clases suelen estar abarrotadas y son absolutamente divertidas”, dice.
Los Conquistadores podrán crear su recuerdo en dos lugares: uno en la ciudad, en la tienda de Thara, y otro en el Camporí-Plex, donde se celebrará el Camporí. Esta actividad también se agotó meses antes del comienzo del Camporí. Thara espera que se completen 3.000 recuerdos entre las dos ubicaciones.
Aunque estos son dos ejemplos de tiendas que han ido más allá para dar la bienvenida a los Conquistadores a Gillette, no son los únicos. Otro es The Rockpile Museum, que no es, como su nombre quizá sugiera, un museo de geología. Recibe su nombre del montón de rocas que hay cerca de su ubicación, una reliquia del “viejo oeste” que delimitaba la entrada oficial a la ciudad de Gillette.
El Rockpile Museum es, de hecho, el museo histórico del condado. En cuanto se enteraron de la llegada de los Conquistadores a la ciudad, los conservadores se pusieron manos a la obra para organizar eventos, actividades y exposiciones especiales, como demostraciones de danzas de los indios americanos, maquinaria agrícola antigua e incluso un tipi auténtico.
“Este pueblo sueña a lo grande con lo que puede ofrecernos”, dice Kim, y añade: “Ha sido maravilloso trabajar con todos ellos y han hecho todo lo posible por acogernos manteniendo nuestros costos al mínimo”.
Los Taylor dicen que no podrían haber conseguido lo que necesitaban sin la ayuda de Visit Gillette, una organización que funciona como una combinación de cámara de comercio y centro de turismo. Su contacto allí, Jessica Seders, ha sido de una ayuda inconmensurable mientras los Taylor coordinaban los detalles in situ del Camporí.
“Ha dado mucho trabajo asegurarse de que todo saliera bien en los últimos cinco años”, dice Greg, “pero conocer esta comunidad ha sido la verdadera alegría de la experiencia. Nos hemos enamorado de la gente de Gillette, y estamos deseando ver a los niños disfrutar aquí.”
Peterson dice que será interesante ver cómo responde la comunidad de Gillette a los Conquistadores. “Me emociona ver cómo se ve cuando un grupo tan grande trabaja junto para lograr algo”, comenta.
Thara está de acuerdo. Como disfruta de conocer y hablar con gente de otros lugares, la idea de que miles de personas de todo el mundo se unan por un corto tiempo a su comunidad es emocionante.
“Es una buena sensación haber sido elegida para formar parte de este increíble acontecimiento. Me encanta lo que hago, y estoy entusiasmada de poder aportar algo positivo a la experiencia de los Conquistadores aquí”, dice Thara.
Greg añade que el desafío de organizar un acontecimiento a gran escala para decenas de miles de personas siempre será desalentador, pero merece la pena.
“Ofrecer a estos niños una experiencia única en la vida es algo muy emocionante. Estar en un rancho de bisontes, visitar una mina de carbón, excavar en los fósiles de un dinosaurio, crear tu propia insignia comercial... son cosas que no puedes hacer en muchos otros lugares y que están disponibles aquí durante el Camporí”, dice Kim.
Sin embargo, según Greg, la mayor emoción va más allá de esas experiencias.
“Ver a los niños no solamente divertirse, sino también conocer y profundizar su relación con Jesús es simplemente increíble”, dice. “Estamos impacientes”, afirma.
—Becky St. Clair es una escritora independiente que escribe desde Angwin, California.
El artículo original se publicó en el sitio web de la División Norteamericana.