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El nuevo curso de prevención del suicidio del Ministerio Adventista de Información es un salvavidas para quienes llaman

El centro de llamadas de la DNA amplía su capacidad para satisfacer las necesidades de quienes se enfrentan a problemas de salud mental.

[Fotografía de archivo de Getty Images]

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Cuando Mari Bowerman empezó a trabajar en el Ministerio Adventista de Información (MAI) como supervisora de operaciones hace un año, se dio cuenta de que estaban recibiendo “bastantes llamadas” de personas que luchaban contra la depresión. “El COVID y su impacto aumentaron el nivel de depresión en todos los ámbitos”, señaló.

Establecido en 1982, el MAI es el centro de contacto evangelístico de la División Norteamericana que está construyendo conexiones significativas con la comunidad mediante los intereses generados por los ministerios adventistas de medios y anuncios digitales. Su personal está formado por estudiantes que trabajan como representantes de atención al cliente, capellanes y especialistas en evangelización digital. Recientemente, el director Brent Hardinge dio un paso decisivo para satisfacer las necesidades integrales de los intereses al nombrar a Marshall McKenzie director adjunto de atención pastoral. Centrándose en el aspecto de la salud mental, Bowerman buscó capacitación para que el personal del MAI pudiera responder mejor a las personas que llamaban y mostraban signos de depresión y alto riesgo de suicidio.

Bowerman no tardó en contratar a Dustin Young, trabajador social clínico titulado y profesor adjunto de trabajo social en la Universidad Andrews, para diseñar un curso de prevención reducción del suicidio. Esta capacitación enseña al personal del MAI a validar a la persona que llama, a reducir las emociones intensas y a observar o escuchar los signos de depresión o ideación suicida. También ofrece pasos a seguir cuando sospechan que alguien está en peligro, incluido el inicio de esa conversación a menudo incómoda, que comienza con: “¿Estás bien?”.

Esta capacitación está dirigida a los representantes del servicio de atención al cliente del MAI que atienden las llamadas (principalmente estudiantes de diversas carreras) o a los capellanes (típicamente estudiantes de teología), con quienes las personas que llaman también pueden ponerse en contacto para orar. Young especificó que la capacitación no prepara a las personas para ofrecer tratamiento, sino para dirigir a las personas de alto riesgo a otros recursos. Estos incluyen recursos en el campus como el asesoramiento de estudiantes, el asesoramiento comunitario y un nuevo apoyo de salud mental basado en la telesalud para todos los estudiantes, el personal y el cuerpo de profesores. También señala a los alumnos el 988, una línea telefónica externa de ayuda en caso de suicidio o una línea de texto en caso de crisis para toda Norteamérica.

La capacitación en salud mental consta de tres elementos clave, que se resumen en una formación de 90 minutos:

  • Primera parte: ¿Por qué es un problema? Los alumnos aprenden acerca del aumento de las tasas de suicidio en todo el mundo, ya que el MAI recibe llamadas de todo el mundo, y acerca del hecho de que en los 20 países en los que el suicidio es ilegal, incluso hablar de ello puede suponer un riesgo.

  • Segunda parte: ¿Cómo hablo de ello? Los alumnos aprenden qué preguntas hacer para determinar el nivel de riesgo de una persona y cómo remitirla a un profesional de la salud mental.

  • Tercera parte: ¿Cómo gestiono lo que oigo? Dado que los ayudantes corren un mayor riesgo de agotamiento o fatiga por compasión, este segmento crítico les enseña cómo metabolizar (o procesar) esa exposición sin verse excesivamente afectados.

Young llegó a Andrews procedente del mundo clínico, con todo su trabajo previo relacionado con la intervención de primera línea en situaciones de crisis. Además, está formada en varios modelos de capacitación en prevención del suicidio, entre ellos Soul Shop, una capacitación específica para comunidades religiosas ofrecida por medio de la Fundación Americana para la Prevención del Suicidio. “Las comunidades religiosas desempeñan un papel vital a la hora de proporcionar conexión y apoyo comunitario a quienes luchan por aferrarse a un rayo de esperanza en tiempos oscuros y angustiosos”, afirma.

Young está encantada de aportar sus diferentes experiencias a esta capacitación, que ha creado en 30 a 40 horas a lo largo de nueve meses, investigando y adaptándola a las necesidades del MAI.

Un acrónimo que Young ha integrado en este curso a partir de su propia formación en prevención del suicidio es CALL (por sus siglas en inglés):

  • Comprométete con tu seguridad y tus declaraciones.

  • Haz la pregunta acerca de la seguridad.

  • Escuchar las respuestas/escuchar al individuo en general.

  • Condúcelo a proveedores o profesionales seguros que puedan ocuparse a partir de ahí.

Young observó que, aunque podría ser más fácil decir: “Derívalas [a las personas en riesgo que llaman] a un consejero”, los consejeros suelen preguntar: “¿Cuáles son tus conexiones y apoyos?”. Y añadió: “Ojalá todo el mundo recibiera capacitación en prevención del suicidio, porque a veces es solamente una conversación. Otras veces, llegas a ese terapeuta. Pero muchas veces, son los que escuchan y mantienen las conversaciones los que mantienen viva a la gente”.

Potencial de amplio alcance

El curso ya se está utilizando con nuevos trabajadores del MAI y está marcando la diferencia. En verano, Young también ajustó lo que habían grabado para este curso y lo utilizó para una capacitación de cinco horas acerca de la respuesta al suicidio y a las crisis con estudiantes del seminario y capellanes. También presentará una versión de este curso a las iglesias en octubre. Young señaló: “Es vital formar a pastores y líderes religiosos, ya que es más probable que una persona se dirija a un pastor que a un consejero. Si los pastores saben cómo responder, también se favorece su salud en el proceso de ayuda”.

Bowerman también prevé que la capacitación se utilice en diversos entornos. Por ejemplo, podría beneficiar a personas que trabajan en el ministerio del niño, con jóvenes, jóvenes adultos o universitarios. “Todo el mundo se ve afectado de algún modo por esta situación”, señaló.

Para Bowerman, aunque el MAI no es un centro de crisis o asesoramiento, el curso de salud mental es fundamental para la misión del MAI de difundir el Evangelio y atender al amplio espectro de personas a las que sirve. Espera que este curso aumente la concienciación respecto a los problemas de salud mental y ayude a reducir el estigma que rodea a la búsqueda de ayuda. También espera convertirse en capactiadora de este curso.

Bowerman concluyó: “A medida que los tiempos cambian y la gente se enfrenta a dificultades, esperamos proporcionar aliento bíblico y asegurar a nuestros interlocutores que alguien se preocupa. También esperamos dotar a nuestros estudiantes empleados de habilidades transferibles que les sirvan en sus futuras carreras”.

La versión original de esta noticia se publicó en el sitio web de la División Norteamericana.

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