Aun en la actualidad, en el sur de los Estados Unidos, hay grupos de cristianos que se toman literalmente el pasaje de Marcos 16:17, 18 donde Jesús dijo: “Estas señales seguirán a los que creen: […] tomarán serpientes en las manos y, aunque beban cosa mortífera, no les hará daño”. Como parte de sus cultos, estas gente toma en sus manos serpientes venenosas, dado que creen que su capacidad de tomar serpientes sin que estas les hagan daño demuestra que son verdaderos creyentes. Cuando Jesús expresó estas palabras, ¿fue su intención que lleváramos serpientes a los cultos de la iglesia? Puede que usted haya visto esas calcomanías en los parachoques de los automóviles que dicen: “Dijo lo dijo: Yo lo creo, y no hay nada más que decir”. Después de todo, si Dios lo sabe todo y ha compartido la verdad con nosotros, ¿no tendría que ser esa la última palabra? Bueno, en realidad, no es tan simple.
No es un manual
A muchas de las mismas personas que llevan ese tipo de calcomanías en sus parachoques les gusta referirse a la Biblia como “el manual de instrucciones que le dio Dios a la humanidad”. En cierto sentido, esa declaración está en lo correcto, porque los cristianos, en efecto, derivan principios para vivir bien a partir de la Biblia. Sin embargo, también somos afortunados de que no sea un manual de instrucciones. ¿Por qué? En primer lugar, porque los manuales de instrucción rara vez constituyen un buen material de lectura. Es más probable que pronto nos duerman aun de día, en lugar de motivarnos a devorar las páginas de noche.
En segundo lugar, si tomamos en cuenta que los libros más recientes que conforman la Biblia tienen casi dos mil años, no podemos esperar que tengan demasiado para decir sobre cuestiones recientes tales como la Internet, el tabaco o cuestiones morales relacionadas con la fertilización in vitro y los trasplantes de órganos. La TV satelital, los teléfonos celulares y los instrumentos financieros son tan solo algunas de las cosas que simplemente no existían en esa época.
Si queremos orientación para el presente, no podemos leer la Biblia como un manual de instrucciones literales, al estilo “coloque la parte A en la ranura B”. Requiere que hagamos algún tipo de esfuerzo. En lugar de ser un manual de instrucciones, la Biblia contiene muchos tipos de literatura, lo que incluye narrativas fascinantes, poesía lírica y prosa profundamente romántica. Aun donde están presentes pasajes de instrucción, muchas veces contienen lenguaje y simbolismo figurados. Y como hemos visto, se refieren a cuestiones éticas y morales comunes en los días de los escritores de la Biblia, la mayoría de las cuales también son de nuestro interés, pero lo mismo sucede con otras cuestiones de las cuales los escritores de la Biblia nunca supieron. En lo que se refiere a algunos de los pasajes instructivos, no siempre es obvio hasta qué punto literal debería entendérselos.
Por ejemplo, Jesús dijo: “Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno” (Mateo 5:29, 30).
Eso es claramente una instrucción, pero entonces tenemos que preguntarnos: “¿Quiso decir Jesús que tenía que ser tomada literalmente?” ¿Existe acaso alguno de nosotros que no sea tentado por medio de los ojos, al ver al automóvil nuevo de nuestro vecino, o su bella esposa? ¿Estaban inmunes los discípulos a ese tipo de tentaciones? Si no es así, ¿por qué no se registra en la Biblia que se hayan arrancado un ojo? Orígenes, uno de los padres de la iglesia, tomó este pasaje en forma literal, pero en lugar de sus ojos, tomó la decisión de castrarse. ¿Creemos realmente que es la voluntad de Dios que sus seguidores se mutilen de esa manera con el propósito de alcanzar la justicia? ¿O será más bien que Jesús estaba hablando en lo que denominamos “hipérbole”, es decir, efectuando una declaración extrema que no debería ser llevada a su extremo más literal?
Quizá no haya enseñanza mejor conocida de Jesús, o más a menudo malentendida, que aquella cuando dijo: “No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” (Mateo 5:39). ¿Quiso decir Jesús que bajo ninguna circunstancia tenemos que resistir al malo? ¿Quiso decir entonces que una mujer que vive dentro de una relación abusiva debería limitarse a “poner la otra mejilla” y permitir ser golpeada en repetidas ocasiones antes que resistirse e irse a vivir a otra parte? ¿Y qué decir de los niños? ¿Quiso decir Jesús que la policía no debería tratar de detener a un asesino serial? En otro sentido, un destacado político sugirió que tomar en serio este texto podría implicar la desmantelación del Departamento de Defensa de los Estados Unidos.
Sacarse los ojos y andar manipulando serpientes venenosas para afirmar nuestra fe no son cosas que apelen a nuestro sentido común. Ni tampoco se debería permanecer inactivo ante la violencia y las conductas criminales de la violencia física contra la esposa o los hijos. Pero note por favor que cuando hablamos de sentido, estamos apelando a la razón. Y eso nos lleva a un problema adicional.
Uso de la razón
Hay gente hoy, tanto cristiana como no cristiana, que coloca a la fe en oposición a la razón. Pero esta no es la perspectiva bíblica. Isaías 1:18 declara: “‘Vengan ahora y razonemos’, dice el Señor” (NBLH). A menos que razonemos a media que leemos, no lograremos comprender lo que estamos leyendo. Un pasaje de Nehemías nos muestra que la necesidad de leer la Palabra usando el intelecto no es nada nuevo.
Después de setenta años de cautividad en Babilonia, muchas de las valientes almas que regresaron para reconstruir Jerusalén no habían oído o leído las Escrituras. Así fue que un grupo de sacerdotes “Y leían claramente en el libro de la ley de Dios, y explicaban su sentido, de modo que entendieran la lectura” (Nehemías 8:8). Pablo exhort a Timoteo a que tuviera diligencia, y que usara bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15). Note que usar bien la palabra de verdad requiere diligencia, y la diligencia incluye un razonamiento cuidadoso.
Contexto
Una consideración clave es el contexto en el cual se encuentra un determinado versículo o pasaje. El contexto es tan importante que no podemos siquiera pronunciar ciertas palabras con certeza a menos que conozcamos el contexto. Por ejemplo, hay palabras que pueden significar una cosa u otra según el contexto. Fuera de este, es imposible estar seguros de sus significados.
El contexto lógico
¿Qué es lo que quiere decir este pasaje? Hacer esta pregunta puede salvarnos de cometer muchos errores tontos. Cuando Josué pidió que el sol se detuviera (Josué 10:12, 13), él simplemente quería más para seguir persiguiendo a sus enemigos. Él no pidió, ni Dios tampoco le dio, una explicación sobre la mecánica celestial. Por ello, sería un uso incorrecto sacar conclusiones sobre los movimientos del sol y de la tierra sobre la base de ese texto.
El ejemplo que dimos de “poner la otra mejilla” se produce en una lista de cosas que Jesús comparó con la expresión “ojo por ojo”. Para comprender lo que quiso decir cuando expresó “poner la otra mejilla” requiere que sepamos cómo se compara con los otros puntos de la lista: dar la túnica además de la capa, y hacer la segunda milla.
El contexto cultural e histórico
En efecto, si estudiamos el contexto cultural e histórico de “poner la otra mejilla”, descubrimos que las tres conductas eran consideradas insultos que los soldados romanos perpetraban contra los judíos.
Evidencias de equilibrio
A algunos críticos de la Biblia les encanta señalar lo que ven como “contradicciones”. Por ejemplo, aunque Jesús dijo claramente: “No resistáis al malo”, en el Nuevo Testamento, y en ni siquiera una ocasión Jesús o alguno de los discípulos les dijeron que cambiaran de empleo. El ejército romano era brutal, pero aun así, Pablo declaró que eran siervos de Dios para contener y castigar el mal (Romanos 13:1-4).
Parece que no fue la intención de Jesús de que sus seguidores ignoraran la fuerza rapaz o letal; por el contrario, lo que quiso decir es que no deberíamos vengarnos o tratar de cobrárnosla cuando nos insulten. Aquí no se discute la protección propia y de otros inocentes de lesiones o de muerte. Se refiere, por el contrario, a ceder al deseo de herir a otros así como nos hirieron a nosotros o de salvar el orgullo herido.
Perspectiva
Está claro que Dios quiere que usemos la razón para comprender su Palabra. Pero la razón nos puede llevar también a equivocarnos. Es por ello que, como salvaguarda, deberíamos orar siempre para que el Espíritu Santo guíe nuestra razón cuando estudiamos su Palabra, para que nos ayude a ver la perspectiva de Dios. Deberíamos leer extensos pasajes y temas amplios, no solo los detalles. Esto nos ayudará a tener una perspectiva textual más amplia.
También es sabio que compartamos nuestras interpretaciones con otros, con el propósito de conocer su punto de vista. No todo lo que tiene sentido para mí tiene sentido para los demás. Y Pedro nos recuerda que “ninguna profecía es de interpretación privada” (2 Pedro 1:20). Ninguno de nosotros tiene el monopolio sobre la razón. También sabemos que hay seguridad en buscar el consejo de más de una persona (Proverbios 11:14). Antes de que hagamos algo como, por ejemplo, tomar una serpiente venenosa para validar nuestra fe o lesionarnos físicamente, deberíamos considerar si otras personas creen que nuestro razonamiento es convincente.
Gracias a Dios que la Biblia no es un manual de instrucciones aburrido y árido sino más bien una rica combinación de varios modos de expresión literaria, un libro completamente humano y divinamente inspirado que puede interactuar con cada parte de nosotros, lo que incluye a nuestra mente.
Los textos bíblicos han sido extraídos de la versión Reina Valera 1995,
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