Proyecto de salvamento del Amazonas refuerza el sentido del voluntariado de universitarios

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Proyecto de salvamento del Amazonas refuerza el sentido del voluntariado de universitarios

Los estudiantes dedicaron diez días al trabajo de reparación de estructuras, realización de charlas y evangelización, y atención a la comunidad de Nova Jerusalém, en el campo de Amazonas.

¿Te imaginas viajar más de 4.000 kilómetros, vivir en un barco y hacer voluntariado todos los días? Parece difícil imaginar a estos jóvenes renunciando a sus vacaciones por un objetivo común: servir. Este fue el caso de un grupo de estudiantes del Centro Universitario Adventista de São Paulo (UNASP), campus Engenheiro Coelho, que participó en el Proyecto Salvavidas de la Amazonia, promovido por el Instituto de Misiones del Noroeste en colaboración con el Centro de Voluntariado y Misión.

Tras desembarcar en Manaos, la capital del estado de Amazonas, el 23 de junio, unas 35 personas se embarcaron hacia la comunidad de Nova Jerusalém, en el interior del estado, donde permanecieron hasta el 3 de julio. El primer reto fue afrontar el viaje en barco, que sólo se terminaría tras 24 horas de navegación por el río Amazonas.

Vitor Nunes, de 20 años, estudiante de contabilidad, no podía imaginar la experiencia que viviría. "Justo a la salida de la UNASP, estaba nervioso. Me hice tres ilusiones: una sobre el grupo, otra sobre el entorno y, por último, la parte espiritual. Pero me equivoqué en todas ellas, ya que mis expectativas fueron superadas desde el momento en que me sorprendió esta excelente experiencia", comparte.

Según el pastor Ronivon Santos, director del Instituto Misionero del Noroeste, la asociación con la institución de enseñanza existe desde hace siete años, y su objetivo es motivar a los jóvenes universitarios a formar parte del mundo misionero y participar en prácticas que tienen como objetivo apoyar a las comunidades ribereñas e indígenas en los lugares más inaccesibles del estado.

Experiencia y adaptación

Conocido por su clima ecuatorial, con máximas de hasta 39 grados centígrados, la temperatura era uno de los obstáculos a superar en Amazonas, ya que afectaría directamente a la adaptación al nuevo lugar que sería el hogar de los estudiantes durante el periodo.

"Durante los diez días, los voluntarios viven en el barco, donde comen e incluso duermen en hamacas. La rutina suele ser bastante ajetreada. Y lo más interesante es que se turnan en las actividades. Nunca hacen una sola cosa. Así la persona sale de la misión con una experiencia completa de quien tuvo la oportunidad de pasar por todos los talleres del proyecto", explica Thalita Beatriz, periodista del Instituto Misionero del Noroeste.

La misión se hace con los pies de los que van

En un principio, la atención se centró en completar el lavadero para uso colectivo, impartir clases de música, preparar el huerto y la huerta de la escuela, y poner en marcha la carroza existente, colocando ocho barriles de aire más debajo para hacerla más resistente.

En el voluntariado, los estudiantes también vivieron experiencias en medio del bosque. (Foto: Divulgación)
En el voluntariado, los estudiantes también vivieron experiencias en medio del bosque. (Foto: Divulgación)

"Además de lo planificado, hicimos actividades que no estaban previstas inicialmente. Realizamos atención médica y psicológica [para] los [residentes] ribereños, tanto de la comunidad como de otras tres vecinas; charlas sobre las profesiones de los voluntarios de nuestro grupo; la instalación eléctrica de tres almacenes; un inventario completo con todos los artículos que tienen y sus cantidades, y la ampliación de la cobertura de la casa de harina", detalla Rolf Maier, que dirigió el viaje.

Sin embargo, durante estas acciones, los beneficios no sólo se limitan a las familias de la comunidad, sino que también se extienden a los voluntarios. "Hacía tiempo que necesitaba respuestas divinas, pero nunca las recibía. Sin embargo, allí, en la misión, pude recibir. De hecho, aprendí a escuchar", evalúa Nunes.

Según la dirección, el plan para los próximos grupos es mejorar las cuestiones hidrosanitarias y eléctricas, con la implementación de tratamiento de residuos y aguas, reutilización, e instalación de un sistema fotovoltaico, así como iniciar la producción de compost para la huerta y la creación de especies frutales nativas, como el cupuaçu y el açaí.

Despedidas para destacar

"La misión siempre forma una nueva familia. Esto es inevitable debido al estrecho conocimiento. Para la mayoría de los participantes, es una experiencia única en la que aprenden sobre todo lo que realmente importa en esta vida, que es servir a los demás y no a sí mismos. Veo claramente cambios en los ojos de los voluntarios cuando llegan y se van de las misiones. Diferentes para mejor", señala Maier.

Los voluntarios llevan a cabo el mantenimiento de una de las estructuras del lugar. (Foto: Divulgación)
Los voluntarios llevan a cabo el mantenimiento de una de las estructuras del lugar. (Foto: Divulgación)

Para los participantes en el proyecto, la vida no tiene sentido si no es para servir a los demás y consolar a los que necesitan cuidados y escuchar la buena noticia de la salvación mientras hay otros que nunca tuvieron esa oportunidad. Según los estudiantes, Cristo proporciona los medios y recursos necesarios. Ellos, en cambio, viven su propia vida para su misión.

"No quería dejar la comunidad. Me encariñé con ellos, pero en este proyecto aprendí que, al final, lo que importa es cómo utilicé mi vida para predicar el Evangelio. Los números que cerré y el dinero que gané a lo largo de mi historia no importan si no encuentro el verdadero sentido de la misión. Si Jesús dejó el cielo para servir, ¿quién soy yo para actuar de forma diferente?", reflexiona Nunes.