North American Division

Joven de Indiana escapa del incendio de Maui y ahora ayuda en las tareas de socorro

El colportor aprende a apoyarse en Dios y a encontrar oportunidades y esperanza en medio de la tragedia

Esta foto, facilitada por el Departamento de Territorio y Recursos Naturales de Hawai, muestra zonas quemadas en Lahaina, en la isla de Maui, Hawai, el viernes 11 de agosto de 2023, tras un incendio forestal. [Foto: Departamento de Territorio y Recursos Naturales de Hawaii]

Esta foto, facilitada por el Departamento de Territorio y Recursos Naturales de Hawai, muestra zonas quemadas en Lahaina, en la isla de Maui, Hawai, el viernes 11 de agosto de 2023, tras un incendio forestal. [Foto: Departamento de Territorio y Recursos Naturales de Hawaii]

El 8 de agosto de 2023, a las tres de la madrugada, una llamada telefónica sacudió de su sueño a Kamil Metz, pastor principal de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Evansville. La persona que llamaba era Dallas Matthew, de 26 años, uno de los miembros de Metz que servía este verano como colportor estudiante en la isla de Maui, en Hawai. Las noticias de Matthew eran graves. Llamó para informar de que un mortífero incendio forestal había arrasado Lāhainā, el pueblo de Maui que Metz había abandonado la semana anterior.

Apenas había salido el sol sobre el pintoresco paisaje de Maui cuando se desató el inesperado caos ardiente.

Jaxson Maun, de 29 años, es otro de los miembros de la iglesia de Metz que se encontraba en el corazón de una pesadilla mientras los devastadores incendios consumían rápidamente más de 2.100 hectáreas de la capital original del reino hawaiano. La mañana comenzó con fuertes vientos, erróneamente identificados como un posible huracán, solo para intensificarse en un infierno de llamas que envolvió la histórica ciudad de Lāhainā.

“Cuando empezaron los incendios esa mañana, ya habíamos sufrido fuertes vientos desde la noche anterior. Caían ramas de los árboles. Fue un caos tremendo”, dice Maun. “Todos pensábamos que era un huracán, pero empezó a arreciar a mediodía, así que decidimos no salir al campo”.

Maun, Matthew y un equipo de jóvenes habían estado trabajando como colportores, yendo de puerta en puerta en Lāhainā para difundir el ministerio del Evangelio. Sin embargo, cuando el líder de su grupo, Mario Bravo, se percató de los fuertes vientos que soplaban ese día, tomó la providencial decisión de evitar salir. Poco sabían que estaban escapando del camino de destrucción que pronto envolvería la misma zona que acababan de abandonar.

“Mucho más tarde, descubrimos que, si nos hubiéramos quedado un poco más, y si cualquier parte de nuestros movimientos de ese día hubiera sido diferente, nos habríamos quedado atrapados en Lāhainā durante el punto álgido del caos, cuando el fuego se propagaba sin control”, relató Maun.

Mientras se alejaban de la zona de peligro, la visión del humo amarillo transformó la serena belleza de la isla en un aterrador campo de batalla que se cobraría la vida de más de 100 personas. Se estaba convirtiendo rápidamente en el incendio forestal más mortífero registrado en la historia de Estados Unidos.

La Iglesia del Séptimo Día de Lāhainā sufrió grandes daños tras el incendio forestal. [Foto: Mark Tamaleaa]
La Iglesia del Séptimo Día de Lāhainā sufrió grandes daños tras el incendio forestal. [Foto: Mark Tamaleaa]

MILAGROS EN MEDIO DE LA LOCURA

“Dos partes de esta experiencia me dejaron boquiabierto y demostraron el poder del Dios vivo”, dijo Maun. “Una de ellas es que todo lo que rodeaba a la Iglesia del Séptimo Día de Lāhainā, donde estábamos destinados en un principio, quedó calcinado por los incendios, pero la iglesia adventista del Séptimo Día sigue en pie”.

Maun y su equipo terminaron encontrando consuelo en la cercana iglesia adventista de Kahului, pastoreada por Vassili Khrapov y situada a solamente 35 minutos de la zona cero de la catástrofe.

“Lo otro que me sorprendió es que la casa de Khrapov también sigue en pie”, dijo Maun. “Cuando volvió a ver lo que quedaba de su casa, se dio cuenta de que, en su barrio, todo lo que rodeaba su casa se había quemado. Pero el fuego se detuvo en la puerta de su casa. Alabado sea Dios”.

La experiencia impactó profundamente en la espiritualidad de Maun. En medio del caos, se encontró orando con el grupo por la comunidad y reflexionando acerca de la fugacidad de las posesiones materiales. Este despertar espiritual le enseñó la importancia de depositar su fe en Dios en tiempos de incertidumbre, un ancla que le guio a través de la tormenta.

“Me siento muy cambiado por esta experiencia”, dice Maun. “Nuestro grupo se reunió en esos momentos de caos y oró. Me siento espiritualmente más en sintonía con el Dios vivo que guio nuestros movimientos a lo largo de la experiencia. Mientras se desataba el caos, no sabíamos qué nos pasaría al día siguiente; solamente orábamos y creíamos. Era todo lo que podíamos hacer en aquel momento”.

DE REGRESO A PRIMERA LÍNEA: UN COMPROMISO CON LOS ESFUERZOS DE SOCORRO

Maun se inspiró en la participación de su abuela en el ministerio de ayuda en catástrofes y en un terremoto anterior, aunque de menor escala, en Indiana. Su dedicación a ayudar a los demás en tiempos de crisis encontró una poderosa salida en Maui, demostrando que la pasión y el propósito pueden transformar las experiencias personales en empeños que cambian la vida.

“Estoy muy contento de que Jaxson pueda dedicar su tiempo a su pasión por la ayuda en catástrofes”, afirma Metz. “Como su pastor, eso es realmente emocionante, porque siempre busco cómo puedo ayudar a mis jóvenes a trabajar en sus pasiones y promover el reino de Dios. Esto fue tanto una tragedia como una oportunidad”.

A la izquierda, Kamil Metz durante su estancia en Maui una semana antes del incendio, con sus miembros de Evansville Jaxson Maun, en el centro, y Dallas Matthew, a la derecha. [Foto: Kamil Metz]
A la izquierda, Kamil Metz durante su estancia en Maui una semana antes del incendio, con sus miembros de Evansville Jaxson Maun, en el centro, y Dallas Matthew, a la derecha. [Foto: Kamil Metz]

Incluso después de ser evacuado de Maui a Honolulu, el compromiso de Maun con la ayuda en caso de catástrofe le llevó de vuelta a Maui al día siguiente. Empezó a colaborar en la cocina de la iglesia, prestando apoyo a la comunidad, garantizando la seguridad del edificio de la iglesia y ayudando a proporcionar suministros esenciales a los necesitados.

Las secuelas del incendio obligaron a Maun a enfrentarse a la naturaleza efímera de nuestras posesiones terrenales. Tras la devastación, Metz le aseguró que era esencial dar prioridad a los valores espirituales y comunitarios sobre las ganancias materiales.

“Cada vez que atravesamos una catástrofe natural como esta, debemos recordar que Jesús está cerca de los que sufren, y él se preocupa. Y para el resto de nosotros, mientras construimos nuestro sueño americano, consideremos que un día nos lo pueden arrebatar”, dijo Metz.

Con más de 100 muertos y centenares de desaparecidos, los incendios son otro conmovedor recordatorio de la fragilidad de la vida y de la importancia de establecer vínculos significativos con los demás mientras se promueve la obra de Cristo.

La isla y la ciudad se reconstruirán y recuperarán, y la experiencia de Maun nos recuerda que la esperanza puede surgir de las cenizas de la tragedia. Dios tiene y siempre tendrá una parte en todo esto.

Para saber cómo puedes ayudar, visita www.hawaiisda.com.

La versión original de esta noticia se publicó en el sitio web de la División Norteamericana.

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