El JA de verano es uno de los eventos más esperados por los jóvenes adventistas de Río de Janeiro por varias razones. El servicio junto a la playa ofrece momentos de adoración, ocio, encuentro con amigos y, lo más importante, conexión con Dios. Las tres ediciones de este año celebraron los 15 años de historia de este movimiento que inspira a los jóvenes.
Todo empezó un abrasador sábado, sin aire acondicionado, en la iglesia adventista de Freguesia. Fue allí donde una simple idea cobró vida. Un grupo de jóvenes decidió llevar su servicio de adoración al atardecer a la playa. La experiencia fue tan positiva que repitieron el evento durante todo el mes de enero. Al año siguiente, en 2010, el número de participantes se triplicó, reuniendo a personas de otras iglesias de la región.
El acrónimo “JA” significa “jóvenes adventistas” y se reinterpretó popularmente como “culto de jóvenes”. En 2011 se oficializó el nombre “JA de Verano”, que atrajo a unas 100 personas. Desde entonces, el evento ha experimentado un crecimiento exponencial. “Nació así, sin pretensiones, y ha sido una gran bendición”, destaca Rogério Soares, uno de los fundadores del proyecto.
Mira las fotos en la galería a continuación:
El servicio juvenil ganó impulso y, en 2024, Río de Janeiro incluyó oficialmente el evento en el calendario oficial de la ciudad, un hito que, para los organizadores, representa el reconocimiento de la importancia y el impacto del JA de Verano. “Este logro es significativo para nosotros, ya que demuestra que nuestro evento marca la diferencia y es reconocido no solo por la comunidad, sino también por las autoridades locales”, destaca el pastor Geovane Souza, presidente de la Iglesia Adventista del Sur de Río de Janeiro.
Las tardes de los sábados 11, 18 y 25 de enero de este año llenaron el puesto 2 de la playa de Barra da Tijuca. Cada fecha contó con más de 4.000 participantes y quienes pasaban por el lugar podían notar la energía del grupo que se destacaba no solo por el volumen de personas, sino por el mar naranja de personas que vestían la camiseta del proyecto Misión Caleb.
Una carpa social también captó el interés de los transeúntes. Médicos y psicólogos voluntarios de la Iglesia Adventista de Barra da Tijuca proporcionaron atención y asistencia profesional. “Este servicio ayudó a quienes pasaban por la playa, pero no podían asistir al servicio en la arena”, explica el organizador de la carpa, Sérgio da Silva Torres. Según él, “pudimos ver y recibir la gratitud de las personas a las que ayudamos y con las que oramos”.
Vidas transformadas
Gabriel de Farias conoció la Iglesia Adventista a través de un par de amigos. Mientras aún trataba de adaptarse a su nueva comunidad religiosa, visitó el JA de Verano, que acababa de comenzar. “Fue un evento que nos dio la bienvenida. Nos dimos cuenta de que estábamos en el lugar correcto”, recuerda Gabriel con gratitud.
En 2013, Gabriel y su esposa decidieron dar un paso importante: se bautizaron. Desde entonces, ambos se han dedicado a apoyar y participar activamente en el programa. “El programa JA de Verano llega a mucha gente. Un día, marcó una diferencia en mi vida, y hoy estoy feliz de poder trabajar para que, así como fue importante para mí, también pueda serlo para otras personas”, reflexiona, destacando el poder transformador del programa.
La última edición del evento contó con una ceremonia de bautismo, reflejando el impacto del programa y los resultados de las acciones promovidas por el proyecto Misión Caleb.
