Investigador dice que los adventistas de California son la "Zona Azul" de los Estados Unidos

Nuevo autor del libro de Buettner secretos de la longevidad de hoy en día Matusalenes

Loma Linda, California, United States | Elizabeth Lechleitner/ANN

Ingiera pistachos, no los Doritos. Trabaje como voluntario. Y siga llenando su vaso, pero siempre de agua.


Aparentemente, son simples elecciones como estas las que, según el investigador y escritor Dan Buettner, pueden añadir unos buenos diez años a la vida de la mayoría de las personas, ayudándolos a unirse a gente como la cirujana cardiaca Ellsworth E. Wareham que, a los 93 años, aún toma el bisturí para formar parte de equipos de cirugía.


Wareham es una de varios adventistas de cerca o aun más de cien años que viven en Loma Linda, California, lo que Buettner denomina el “oasis de longevidad” de los Estados Unidos en The Blue Zone: Lessons for Living Longer from the People Who’ve Lived the Longest (National Geographic Books, 2008).


Esta unida comunidad adventista del sur de California es una de las cuatro “Zonas Azules” en el mundo donde hay personas centenarias en un porcentaje mucho más alto que en las zonas circundantes. Y en promedio, Buettner concluye que viven no solo más, sino que tienen vidas más saludables y felices.


“No es una coincidencia que la forma de comer, de interactuar, de liberar el estrés, de curarse a sí mismos, de evitar las enfermedades y de ver el mundo de estas personas les proporciona más años buenos de vida”, escribe Buettner, y cita hábitos comunes entre los adventistas, tales como el descanso sabático y un régimen basado en vegetales.


“Los adventistas conocen de manera instintiva que sus hábitos de salud los llevan a tener vidas más extensas y mejores, pero creo que apreciaron que alguien de fuera de su comunidad haya realizado una investigación seria y científica del tema, reafirmando lo que sus líderes religiosos han estado diciendo durante 150 años”, dijo Buettner a ANN luego de su visita reciente a Loma Linda”.


Mientras estuvo allí, dirigió la palabra en la iglesia adventista local (fue como “predicarle al coro”), y grabó una entrevista en la Facultad de Salud Pública de la universidad. Sin embargo, lo que más lo impresionó fue el “fantástico” almuerzo sabático. Sus “buenas amigas” Marge Jetton y Wareham, ambas destacadas integrantes de la “Zona Azul”, se hicieron presentes para compartir con él algunos alimentos después del culto.


“No sentí la tentación de comer carne porque todos trajeron estos guisos de requesón o frijoles,” dice Buettner. Es muy raro que ahora coma carne. Creo que como más tofu”, dice riéndose.  Es algo bueno, piensa, pero también es verdad que un hombre de 103 años que de vez en cuando se permite comer un cordero asado lo venció en una pulseada cuando Buettner investigaba la “Zona Azul” de Cerdeña.


Otro hábito que ha adoptado es el de ingerir bocadillos de nueces y semillas por las tardes. “Gracias al Dr. Fraser, tengo un recipiente lleno aquí en mi oficina”.


Buettner está refiriéndose al Dr. Gary Fraser quien, junto con el Dr. Terry Butler, dirige el estudio “Encuesta Adventista de Salud”, que está en proceso (financiado por el Instituto Nacional de la Salud de los Estados Unidos), en el que hasta el momento han participado casi 100.000 adventistas. “Creo que están realizando una de las obras más importantes de los Estados Unidos en lo que respecta a medir realmente el impacto a largo plazo de un régimen basado en vegetales,” dice Buettner, y añade que le gustaría colaborar con ellos en las investigaciones. Pero soy solo un periodista de ciencias, no un científico”.


Por su parte, Fraser piensa que el libro de Buettner ha redescubierto muchas investigaciones que antes estaban sepultadas en publicaciones académicas y las ha dado a conocer al público en general. “Soy el que se limita a procesar los números y a convencer a las personas que llenen largos cuestionarios,” dice Fraser. Por eso me animó mucho ver que Dan le puso un rostro humano a nuestra investigación, para ver cuán irresistible resulta todo este tema”.


Más irresistible para Buettner es ver qué poderosa puede ser una comunidad de individuos que piensan de manera similar en lo que respecta al establecimiento y conservación de hábitos saludables. “No existe la tentación que resulta de una red social que tiene hábitos deficientes de salud. Los adventistas de California afirman que del ochenta al noventa por ciento comparten sus creencias religiosas. “La capacidad de elegir sus amigos con cuidado,” dice Buettner, es uno de los mensajes más poderosos para el resto de los Estados Unidos”.


“La triste realidad es que no respondemos demasiado bien como especie a las modificaciones de la conducta, pero si se nos coloca en el medio ambiente correcto, es más fácil que hagamos lo que es correcto ?dice Buettner?. Por eso la pregunta es: ¿Qué podemos hacer para crear esos ambientes?”


Este sentido de comunidad se extiende más allá del énfasis en la buena conducta. Buettner sospecha que también estimula la fe, por lo que la pertenencia a una comunidad espiritual es uno de sus “Power 9”, o “secretos” de estilo de vida de la “Zona Azul”. “Puedo decirles ahora que de los más de 200 personas centenarias que entrevisté [para el libro], el noventa y nueve por ciento creían en Dios, por lo que la fe parece ser un factor muy destacado”. Si bien Buettner no piensa unirse a la Iglesia Adventista, dice que desde que siete años atrás comenzó a investigar para “La Zona Azul”, ha estado asistiendo a la iglesia con mayor regularidad.


Si bien Fraser dice que el apoyo social de una religión compartida resulta beneficioso y probablemente reduzca la mortalidad, todavía habría que investigar “si existen efectos negativos de una vida social dentro de una comunidad muy restringida”. Fraser dice que prefiere comunicar la base científica de los aspectos alimentarios del estilo de vida adventista”.


Buettner, cuya investigación se dedica a los adventistas californianos de mayor edad, expresa la preocupación de que la generación que está analizando no sea seguida por otra tan centenaria, como resultado de los alimentos procesados y la azúcar refinada que cada vez ocupan un mayor lugar en el régimen alimentario adventista. La adopción de una dieta más pura, dice, podría evitar la “invasión de la cultura de comidas rápidas”. Y esto incluye no abusar de imitaciones de carne con exceso de sal y de químicos: “Hay que mirar con cuidado los envases de estas cosas”.


Si desea más información sobre la investigación de Buettner, o medir su propia longevidad por medio de la prueba de expectativa de vida de “La Zona Azul” (denominada “La brújula de la vitalidad”), visite el sitio bluezones.com.

arrow-bracket-rightComentarioscontact