El sábado en Colosenses 2

The Sabbath in Colossians 2 2

The Sabbath in Colossians 2 2

Hay más adventistas que guardan el sábado como día de reposo que cualquier otro grupo de la tierra, incluidos los judíos. Es por ello que cuando la gente mira con desconfianza el tema del sábado, es importante que les respondamos con las claras enseñanzas de la Biblia al respecto.

Un pasaje que siempre ha sido importante para los adventistas se encuentra en Colosenses 2:16, 17: “Por tanto, nadie os critique en asuntos de comida o de bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o sábados. Todo esto es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo”.

Algunos ven este pasaje como un desafío a la perpetuidad del sábado como día de reposo, colocándolo a la misma altura que las fiestas judías y las lunas nuevas, por lo que todo el conjunto es considerado “sombra de lo que ha de venir”.

¿Incluye esta descripción el sábado semanal? Y si es así, ¿ha sido relegado este a un estatus de “sombra”?

El Comentario bíblico adventista dice: “El tipo de sábado en consideración se muestra en la frase ‘que es sombra de lo que ha de venir’ (Colosenses 2:17). El sábado semanal es un recordatorio de un evento al comienzo de la historia de la tierra […]. De allí, que los ‘sábados’ que Pablo declara que son sombras que señalan a Cristo no pueden referirse sábado semanal señalado por el cuarto mandamiento, sino que tiene que referirse a los días ceremoniales de reposo que alcanzan su cumplimiento en Cristo y su reino” (ver t. 7). La dificultad con esta explicación es que resulta circular: descarta el sábado sobre la base de nuestra propia comprensión del sábado. No es una buena explicación. Si el Nuevo Testamento declara que el sábado es una sombra, tenemos que estar abiertos a ello.

El teólogo adventista Ron du Preez, en su libro Judging the Sabbath (Juzguemos al sábado), defiende de manera más convincente de que “los sábados” mencionados en Colosenses son, en efecto, días ceremoniales. Du Preez cita la estructura quiástica usada por los escritores hebreos, y señala a Oseas 2:11, que, dice él, separa las festividades judías anuales en dos categorías: “fiestas” y “sábados”.

Si solo a manera de hipótesis, pensamos que aquí se podría referir al sábado bíblico, ¿significa eso que ha sido cumplido junto con las fiestas y las lunas nuevas? No necesariamente. Toda vez que hallamos la secuencia de fiestas, lunas nuevas y sábados en el Antiguo Testamento, casi siempre se encuentra dentro de un contexto particular: los sacrificios. Ezequiel 45:17, por ejemplo, dice: “Pero al gobernante corresponderá proveer para el holocausto, el sacrificio y la libación en las fiestas solemnes, en las lunas nuevas, en los sábados y en todas las fiestas de la casa de Israel; él dispondrá la expiación, la ofrenda, el holocausto y las ofrendas de paz, para hacer expiación por la casa de Israel”. Este pasaje, y otros como ese, usan los mismos términos clave que en Colosenses 2: comida, bebida, fiestas, lunas nuevas, sábados. El contexto es el de los sacrificios.

Por ello, ¿qué puede haber querido decir Pablo al hablar en Colosenses 2:17 de “sombra”? La mayoría de los estudiosos sostiene que las sombras son las fiestas, las lunas nuevas y los sábado. Pero una luna nueva no puede ser una “sombra”, porque una luna nueva no tiene en sí misma significación religiosa. La única significación de una luna nueva era su asociación con los sacrificios. Por el contrario, la sombra necesita tener alguna relación con todo lo que estos días particulares tenían en común: los sacrificios que se ofrecían sobre ellos.

¿Hay algún apoyo para la idea de que la “sombra” se refiere a los sacrificios? Sí. Las otras dos referencias del Nuevo Testamento a las sombras se encuentran en el libro de Hebreos: “Así que, si estuviera sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la Ley. Estos sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales” (Hebreos 8:4, 5). Y “La Ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan […]. Por lo cual, entrando [Cristo] en el mundo dice: ‘Sacrificio y ofrenda no quisiste, mas me diste un cuerpo’” (Hebreos 10:1-5).

En un momento en que los sacrificios todavía seguían ofreciéndose en Jerusalén (aun en el caso de algunos de los primeros cristianos), Pablo enseñó que la edad de los sacrificios había llegado a su fin. Estos eran sombras de algo mejor anunciado para el futuro: el cuerpo de Cristo, del cual el sábado semanal permanece como símbolo duradero de nuestra salvación y descanso en él. 

Este artículo apareció originalmente en la revista Adventist Review de Agosto 2010.

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