South American Division

Dos ministerios adventistas hacen hincapié en el cuidado de la salud emocional de los niños en la División Sudamericana

Un estudio publicado en la revista JAMA Pediatrics en 2022 reveló que, entre 2015 y 2020, se produjo un aumento anual del 8 % en las visitas y reincidencias de niños a hospitales por problemas de salud mental en Estados Unidos.

La Iglesia Adventista lleva a cabo varias iniciativas para contribuir al desarrollo integral de los niños.

La Iglesia Adventista lleva a cabo varias iniciativas para contribuir al desarrollo integral de los niños.

[Foto: Marcos Sala y Sara Teixeira]

Un estudio publicado en la revista JAMA Pediatrics en 2022 reveló que, entre 2015 y 2020, se produjo un aumento anual del 8 % en las visitas y reincidencias de niños a hospitales por problemas de salud mental. La investigación examinó los datos de más de 200.000 pacientes tratados en 38 hospitales pediátricos de Estados Unidos.

Se observó que el 28,7 % de los casos se referían a ideación suicida y lesiones autoinfligidas. Los trastornos del estado de ánimo representaban el 23,5 %, mientras que los trastornos de ansiedad suponían el 10,4 %. Las crecientes tasas también atrajeron la atención de grupos específicos, como padres, educadores y especialistas, especialmente tras la pandemia de Covid-19.

Esta realidad también preocupó a dos áreas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día que trabajan directamente con este público. Por eso, además de los proyectos e iniciativas ya realizados en conjunto, el Ministerio del Niño y el Club de Aventureros de la División Sudamericana (SAD) se unieron para generar conciencia respecto a la importancia de fortalecer el cuidado de la salud emocional de niños y niñas en sus primeros años de vida.

La cuestión planteada por la iglesia en Sudamérica fue el tema del mensaje bíblico presentado en las congregaciones adventistas de todo el mundo el sábado 18 de mayo de 2024, cuando se celebró el Sábado del Niño y el Día Mundial del Aventurero. Más que una reflexión basada en la Biblia, el objetivo fue llamar la atención acerca de los desafíos que enfrentan los pequeños y cómo ofrecerles apoyo. Se trataron temas como la ira, el miedo, las situaciones tristes y cómo mostrar amor. En la actualidad, aproximadamente 300.000 niños están vinculados a la Iglesia en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay.

Cuidado y atención a las emociones

“Hay quienes son vulnerables, que sufren bullying, que son huérfanos, que son abusados sexualmente, que muchas veces tienen sus emociones destrozadas por tanto abuso. Y, a menudo, no saben cómo hablar. Se enfrentan a grandes problemas emocionales, pero no saben identificar lo que sufren. Por eso, desde el año pasado, formamos un equipo multidisciplinario para escribir el tema de este sábado y mostrar cómo ayudarlos”, explica la profesora Gláucia Korkischko, directora del Ministerio del Niño de la DSA.

El Club de Aventureros, que cuenta con casi 1,5 millones de miembros de 6 a 9 años en todo el mundo, de los cuales casi 200.000 están distribuidos en ocho países de Sudamérica, espera que este mensaje fortalezca aún más el trabajo realizado con los padres. Llamado Red Familiar, es un encuentro mensual en el que participan de seminarios, conferencias y charlas dirigidas por psicólogos, profesores y otros profesionales acerca de los desafíos de la crianza de los hijos.

“A partir de ahora, aprenderán a tratar a un niño que sufre de profunda tristeza, que padece bulling por parte de sus pares, que sufre acoso y no entiende o no sabe cómo afrontarlo. Este es el principal objetivo de esta iniciativa: unir a padres e hijos hacia el camino de la cruz. Ayudamos a los padres a tener más experiencia para comprender mejor al niño”, destaca el pastor Udolcy Zukowski, director de los Aventureros en Sudamérica.

Los dos ministerios han trabajado para ofrecer apoyo y cuidado a los niños, siempre combinado con el apoyo a los padres. Una de las medidas ya adoptadas en Aventureros es la disposición de una “sala azul” en los grandes eventos, un ambiente preparado para recibir a aquellos que son sensibles a los fuegos artificiales, al sonido y a las luces, como los niños y niñas con autismo.

“Tenemos que acoger a nuestros niños, comprenderlos y darles apoyo para que aprendan a gestionar sus emociones. Por supuesto, no tenemos todas las herramientas para hacerlo, lo que requiere el apoyo de profesionales capacitados, pero nuestro papel es mostrarles, y especialmente a los padres, lo que se puede hacer”, destaca la profesora Gláucia.

El artículo original se publicó en el sitio de noticias en portugués de la División Sudamericana.

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