“Pastor, ahora que terminé de estudiar la Biblia, ¿qué más sigue?”, comentó Anderson Huamán, un adolescente de quince años, quien conoció el amor de Jesús por medio de la amistad y del básquet.
Un miembro de la Iglesia Adventista de la región de Bagua, al norte del Perú, invitó al pastor Manuel Ruiz para que enseñe a tocar la guitarra al hijo de una amiga. Fue allí que el pastor conoció a Anderson, iniciando las clases y su amistad.
Al finalizar la clase, el pastor lo invitó a jugar básquet, un deporte que forma parte de su ministerio para confraternizar con adolescentes y jóvenes. Le preguntó si le gustaba este deporte. Con una sonrisa, Anderson contestó que es su deporte favorito y aceptó la invitación. De juego en juego, más adolescentes empezaron a integrarse y a formar una amistad con él.
Un día, cuando el pastor se estaba despidiendo, Anderson vio algo amarillo que rodeaba la mochila del pastor. Le preguntó qué era lo que colgaba de la mochila, y el pastor le respondió que era un pañuelo del Club de Conquistadores. Anderson, tuvo curiosidad. Entonces, el pastor lo invitó a participar del club.
Empezó a asistir frecuentemente a los juegos de básquet, participó activamente del Club de Conquistadores, desarrolló especialidades y participó en competencias como “Marchas y evoluciones”. Además, aceptó estudiar la Biblia. Al finalizar el estudio bíblico, Anderson sintió en su corazón que quería dar el siguiente paso.
Coordinó, junto al pastor y a sus padres, ser bautizado en el campamento de conquistadores “Encendidos por su Espíritu”, de la Misión Peruana del Norte. Fue allí que, junto con 40 adolescentes, entregó su vida a Cristo mediante el bautismo. Los padres de Anderson apoyaron su decisión, aún sin ser miembros de la Iglesia Adventista. Ellos desean que continúe creciendo en el Club de Conquistadores y siendo amigo de todos.
El artículo original se publicó en el sitio de noticias en español de la División Sudamericana.