La región norte de Brasil alberga a la comunidad indígena más grande del país. Hay más de 400.000 personas de diversas etnias. Según el último Censo del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), realizado en 2010, solo en el Amazonas hay 183.514 indígenas. En Roraima hay 55.922 indígenas en varios lugares de la región. Los que se han ido a las ciudades enfrentan dificultades para conservar sus tradiciones.
Los edificios altos, el Internet, los teléfonos móviles y el ajetreo de la vida moderna agotan la vida cada vez más. Ahora imagínate todo eso sumado al cambio de costumbres, lo que has aprendido desde niño: el idioma, la cultura que son socavadas día a día y engullidas por la gran ciudad y el paso acelerado del tiempo. Después de hablar con Tamires Flores dos Santos, de 29 años, estudiante universitaria e indígena taurepang, llegamos a entener que así se sienten muchos de ellos en medio del ruido de la modernidad.
EL AMAZONAS
La tribu Satere Mawe se instaló en la ciudad de Manaus hace casi 70 años, cuando la capital del Amazonas aún contaba con muchas zonas verdes en su territorio residencial. Según el cacique, Nilson Ferreira de Souza, de 40 años, vivir en la ciudad se ha vuelto cada día más difícil: “Hasta las casas tuvieron que cambiar con el tiempo. Hoy, no hay tanto bosque cerca de nuestra tierra. Cada cuatro años, tenemos que cambiar toda la paja para el techo, y llegó un momento en que ya no pudimos mantener la estructura de las malocas, y entonces tuvimos que construir con ladrillos y cemento”.
Sin embargo, incluso ante cambios tan radicales, lograron mantener sus tradiciones de bailes, reuniones y dialectos y, en colaboración con la Secretaría de Educación de Manaus, ahora tienen un maestro que enseña el idioma Satere Mawe a los niños. “Si nuestros niños no aprenden a hablar Satere y a hacer los rituales, nuestra cultura se perderá, entonces pedimos ayuda y gracias a Tupã (Dios), tenemos este maestro”, informa el líder indígena.
En el lugar actualmente residen 12 familias, con un total de 46 personas entre adultos y niños. La comunidad Y'Apyrehyt (“primer guante”), ubicada en el distrito de Redenção, en el centro-oeste de Manaus, lucha por sobrevivir con su cultura. Producen artesanías y realizan presentaciones para los pobladores y turistas que visitan diariamente el pueblo.
RORAIMA
En Sorocaima, a 728 kilómetros de Manaus, otra etnia también trata de mantener sus tradiciones y cultura en la comunidad de Pacaraima, ubicada en el interior de Roraima. Además de ser la más numerosa, su grupo de líderes, coordinado por el cacique, Sandoval Pinto Flores, de 39 años, de la tribu Taurepang, vive de la producción de artesanías y comidas típicas, como la harina de yuca.
Los rituales y costumbres se mantienen gracias a la mano firme de los ancianos de la tribu, quienes solo toman decisiones luego de reuniones de evaluación. Nada se lleva a cabo sin el permiso de los ancianos. “Hemos cambiado nuestra forma de vivir, pero no permitiremos que se pierdan nuestras raíces. Nuestros hijos aprenden el idioma a diario para mantener viva nuestra historia”, dice el cacique.
FE EN DIOS
Aunque sus comunidades están a más de 700 kilómetros de distancia, las etnias Satere Mawe y Taurepang tienen varias cosas en común. Entre ellas se encuentran la fe en Jesucristo y la ayuda de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para conservar sus orígenes. Con su lugar propio, guardan el sábado, realizan cultos de puesta del sol, estudian la lección de la Escuela Sabática y se reúnen en grupos pequeños, según la costumbre de cada grupo étnico.
En Manaus, la Biblia traducida al Satere ayuda a conservar el idioma. En Sorocaima, el sueño de tener la Biblia traducida al taurepang impulsa a los indígenas a escribirla a mano todos los días. Ambos lugares tienen presencia de adventistas, quienes realizan cultos en sus respectivos idiomas y costumbres.
“A medida que pasa el tiempo, se hace evidente que los desafíos de predicar el evangelio en todo el mundo se están intensificando. Sin embargo, ver que las tribus nativas de nuestro territorio son alcanzadas por la verdad en su propio contexto cultural es una evidencia convincente de que el evangelio definidamente no conoce barreras ni límites. Por lo tanto, no podemos retroceder. ¡Seguiremos avanzando para ver a Jesús regresar en nuestros días! exclama el Mark Wallacy, presidente de la Asociación Amazonas-Roraima.
LA FECHA
El Día Internacional de los Pueblos Indígenas fue creado por decreto de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1995, con el objetivo de brindar condiciones para detener los ataques que sufren los pueblos indígenas en todo el mundo. Luego del decreto, se establecieron otros grupos de trabajo para redactar la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, lo que les dio más seguridad para defender sus causas.