Ellos representan a la diáspora karen. La mayoría son refugiados de Myanmar y Tailandia que emigraron a Norteamérica en los últimos 10 a 15 años. Esta fue la primera vez en dos años desde la pandemia que estos jóvenes pudieron reunirse en forma presencial; viajaron desde 17 Estados de los EE.UU., además de Canadá.
Muchísimos jóvenes comprometidos, algunos de los cuales asistían por primera vez a una reunión campestre, se sumaron a las reuniones de oración en las primeras horas del día. A continuación tenían conmovedores momentos de alabanza, testimonios poderosos y reuniones de adoración matutinas impartidas por alumnos que se preparan para ser pastores. Se impartieron seminarios sobre la historia, la cultura y la misión karen, cómo superar traumas, desafíos y problemas de salud, entre otros. Algunos presentadores eran alumnos graduados de trabajo social de la Universidad Andrews. También hubo voluntarios comprometidos que organizaron reuniones para niños.
Por las tardes se llevaron a cabo juegos al aire libre, mientras que por las noches se presentaron competencias de canto, inspiradoras narraciones bíblicas y representaciones creativas. La mayor parte del tiempo se usó el idioma karen, aunque a veces también se empleó el inglés.
En el horario de la Escuela Sabática se presentaron informes de viajes misioneros y una entrevista de una familia joven que regresó a la zona de refugiados como misioneros para su propio pueblo. Dijeron que "perseguir el sueño americano" no los satisfacía y decidieron volver a la selva para enseñar a los niños refugiados. Hubo entrevistas a jóvenes aspirantes al ministerio eclesiástico y los pastores presentes oraron por un grupo de ellos. Ken Denslow, presidente de la Asociación de la Unión del Lago, predicó sobre el hijo pródigo.
El Espíritu Santo habló poderosamente mediante el pastor Stephen Mothapo, un pastor karen de Iowa, quien dio mensajes profundos sobre cómo encontrar el propósito de la vida, la victoria sobre el pecado, la seguridad de la salvación y el gran amor de Dios y su plan para la vida. Sus poderosos llamados y oraciones tocaron profundamente el corazón, ya que los preciosos jóvenes respondieron al llamado del bautismo y muchos volvieron a dedicar su vida al Señor y su servicio. Fue inolvidable. [Crédito: Lake Union Herald]
UNA OBRA EVENGÉLICA EN MARCHA
Actualmente, hay 56 congregaciones karen repartidas en Norteamérica en varios Estados, con solo 12 pastores empleados por la iglesia que trabajan medio tiempo o con dedicación exclusiva. Muchos grupos están a cargo de líderes laicos voluntarios. El pastor Jimmy Shwe, especialista en plantación de iglesias karen de la División Norteamericana, y su equipo de líderes tienen una visión para que sus jóvenes lleguen a ser líderes fuertes que trabajen para Dios. Las frecuentes capacitaciones de liderazgo juvenil, los campamentos juveniles y otras reuniones de jóvenes les brindan motivación y herramientas para la obra de Dios.
El pueblo Karen es oriundo de Myanmar (también conocido como Birmania). La tradición oral transmitida de generación en generación afirmaba que sus antepasados alguna vez creyeron en el único y verdadero Dios Creador pero perdieron el libro de Dios. Sus ancianos repetían que, algún día, sus “hermanos menores del oeste” les devolverían el libro de oro de Dios. Anhelaban y esperaban que esto sucediera.
Cuando los misioneros finalmente llegaron con el evangelio, cientos de miles de karen se hicieron cristianos. El narrador y autor Eric B. Hare fue quizá el misionero adventista más famoso que trabajó con el pueblo karen. Hay muchos adventistas fieles de tercera y cuarta generación entre ellos que han llegado a ser pastores, maestros y líderes. En medio del budismo y el animismo prevalecientes en el sudeste asiático, los karen son un testimonio de la “eternidad en el corazón” (Ecl. 3:11) que Dios ha plantado entre muchas tribus distantes que han respondido al encontrar la clave dentro de su propia cultura para vincularlos con el evangelio.
Carol Reynolds creció con las historias misioneras de Eric Hare y fue misionera en Tailandia. Conoció al pueblo karen por primera vez hace más de 40 años y se preocupa mucho por la persecución que han sufrido. Los fieles creyentes karen que se trasladaron a Norteamérica han sido una gran bendición e inspiración para Carol.