Previo al “Día mundial sin tabaco”, se llama a redoblar los esfuerzos adventistas en ese ámbito

Previo al “Día mundial sin tabaco”, se llama a redoblar los esfuerzos adventistas en ese ámbito

El renovado entusiasmo podría ayudar a reducir los mil millones de muertes que se estiman para este siglo por esa causa

Los adventistas necesitan volver a dar prioridad a su histórico mensaje en contra del tabaco, dicen los líderes de salud de la iglesia.

La Iglesia Adventista, que durante décadas ocupó la vanguardia del movimiento para dejar de fumar, últimamente ha perdido esa posición, dice Peter Landless, director asociado de Ministerios de Salud de la iglesia mundial.

El llamado a reagruparse se produce en un momento en que los que luchan contra el tabaco se preparan para el “Día Mundial sin Tabaco”, que como todos los años se celebra el 31 de mayo y que está patrocinado por la Organización Mundial de la Salud. Este día especial busca informar a los legisladores y al público en general sobre las tácticas de la industria del tabaco.

Este año, los organizadores de la OMS se enfocarán en maneras de contrarrestar la publicidad del tabaco. La industria continúa combatiendo un reglamento estadounidense que requeriría que los fabricantes de cigarrillos coloquen grandes advertencias gráficas que cubran más del cincuenta por ciento de las cajetillas de cigarrillos. Los funcionarios adventistas de salud celebraron ese plan el año pasado, y siguen defendiendo su implementación por medio de peticiones y la adhesión de líderes de opinión y legisladores.

En años recientes, en entusiasmo por el movimiento antitabaco ha disminuido entre los adventistas. Pero “la fatiga de los miembros”, como lo define Landless, tiene solo parte de la culpa. También son responsables los desafíos de una nueva gama de fumadores. Los que tienen probabilidad de dejar el hábito ya lo han hecho, lo que hace la población de fumadores en los Estados Unidos sea reducida per tenaz. Otros países, como por ejemplo Australia, también han experimentado una disminución similar de fumadores.

En otros lugares, el hábito sigue siendo endémico. Lo más preocupante es la situación de los países de bajos y medianos ingresos, muchos de los cuales, dice Landless, carecen de iniciativas de educación en salud pública, infraestructura de salud e inclinación del gobierno para montar un mensaje antitabaco convincente. Aun así, el “estandarte contra el cigarrillo no ha sido bajado”, dice. El programa para dejar de fumar de la iglesia sigue funcionando en numerosos países, entre ellos, las Filipinas y Corea del Sur.

Landless espera que el programa modernizado para dejar de fumar y el compromiso de transformar las iglesias en centros de salud comunitaria inyecten nuevas energías al movimiento contra el tabaco. Se espera que el currículum y los materiales revisados estén listos para fines de este año, dijo.

El nuevo programa, llamado “Breathe Free” (Respire libremente), se basa en el programa anterior conocido como “Plan de cinco días para dejar de fumar”. Landless quiere que el nuevo programa incluya un enfoque en línea e interactivo diseñado para una audiencia moderna a la que le puede resultar difícil asistir a reuniones vespertinas. Landless también quiere que el programa incluya el aspecto farmacológico de dejar de fumar.

“Creo que siempre se pensó que con suficiente fe y apoyo, cualquiera puede dejar de fumar”, dice. “La evaluación honesta de los hechos nos ha llevado a comprender que este no es el caso. Es injusto que los que no estamos atados a la adicción a la nicotina infiramos y declaremos que la fuerza de voluntad siempre triunfa”.

El apoyo farmacológico no descarta la confianza en Dios, dice Landless, pero las herramientas basadas en evidencias, como la terapia de reemplazo temporario de la nicotina, puede incrementar significativamente la posibilidad de que un fumador abandone el hábito.

“Otro componente que no hemos adoptado adecuadamente en el pasado es la necesidad de trabajar en conjunto con los especialistas de salud para facilitar las intervenciones para dejar de fumar”, dice.

Por ejemplo, dice Landless, si un fumador que también está luchando contra la depresión abandona el vicio, las consecuencias podrían ser fatales. Es esencial que los fumadores que planean dejar de fumar notifiquen a sus médicos de antemano y obtengan la autorización necesaria y el apoyo farmacológico toda vez que sea apropiado, dice.

Transformar cada Iglesia Adventista en un centro de salud comunitario es una manera de promover la comunicación entre los líderes del nuevo programa y los especialistas de salud, dice Landless. Él y otros líderes adventistas de la salud anhelan que las iglesias locales sirvan como centros de sus vecindarios para programas para dejar de fumar y otros datos relacionados con la información, la educación y el apoyo a la salud. La reciente asociación de la iglesia con la Organización Panamericana de la Salud anima aún más a las congregaciones para que trabajen junto con los gobiernos locales y las organizaciones de salud para apoyar la salud pública.

Sin embargo, los interesados potenciales en dejar de fumar deben saber que la ayuda de los adventistas no esconde motivos ocultos, dice Landless.

“Nuestros esfuerzos por ayudar a la gente para dejar de fumar tienen que reflejar el amor misericordioso de Cristo, a diferencia de que sean un artilugio para atraer a la gente. Muchas personas han vinculado su conexión con Dios —no mediante un impacto inmediato, sino a través de los años— con los adventistas porque sintieron que eran ayudados por personas que se interesaban en ellos. Realmente necesitamos hacer como un servicio sin motivos ulteriores para beneficiar a la comunidad”, dice.

El resultado podría ayudar a revertir las estadísticas que afirman que el tabaco se cobrará alrededor de mil millones de vida durante este siglo, dice Landless. En el presente, cinco millones de personas mueren cada año por complicaciones relacionadas con el consumo de tabaco. Y solo en China, hay unos 350 millones de fumadores.

“Estamos hablando de un problema inmenso”, dice Landless.

“Tenemos que ayudar. Cada iglesia tiene que participar activamente en la oferta de educación para prevenir el vicio y para apoyar su abandono”, añade. “Los líderes de salud de la iglesia también deben asumir la responsabilidad y continuar promoviendo y siendo ejemplo de un liderazgo innovador para apoyar las iniciativas y la lucha en contra del tabaco."