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Padre e hijo rescatan a casi 300 personas con una barca familiar en una ciudad brasileña

Desde el 3 de mayo de 2024, Juárez y Dionatan, su hijo, rescatan a personas y animales de las inundaciones de Novo Hamburgo, Rio Grande do Sul, Brasil.

Junto con otros voluntarios, rescatan a personas y animales domésticos de las inundaciones en Novo Hamburgo.

Junto con otros voluntarios, rescatan a personas y animales domésticos de las inundaciones en Novo Hamburgo.

Rio Grande do Sul, Brasil, ha sufrido graves inundaciones en las últimas semanas, dejando a muchas comunidades en estado de emergencia. En este difícil escenario, surgen historias de valentía y solidaridad, como la de Juárez y su hijo Dionatan, miembros de la Iglesia Adventista, que se convirtieron en héroes al salvar vidas durante las inundaciones con la embarcación familiar.

Solidaridad en tiempos de crisis

Todo empezó cuando llegó una llamada de auxilio por medio de una aplicación de mensajería en un grupo de la Iglesia Adventista del barrio de Integração, en Novo Hamburgo, municipio de Rio Grande do Sul. Una pareja de la iglesia necesitaba ser rescatada de su casa inundada y Juárez no dudó en ofrecer su barco para ayudar. Sin embargo, al llegar al lugar, se dieron cuenta de que la situación era aún más grave de lo que imaginaban.

Juárez expresa la dificultad de informar de la situación en la que se encontraba la gente durante los rescates. Según Juárez, ya sabía que debía volver inmediatamente cuando buscaba a las personas, pues otras también necesitaban ayuda. “Había mucha gente comprometida en ayudar, gracias a Dios. Lo que vivieron allí es impresionante. La gente se salvó en el agua, nadando porque no tenían a dónde ir”, relata.

Padre e hijo utilizan una embarcación personal para salvar a las víctimas de las inundaciones del Río dos Sinos.
Padre e hijo utilizan una embarcación personal para salvar a las víctimas de las inundaciones del Río dos Sinos.

Rescates incansables

Lo que empezó con el rescate de una pareja pronto se convirtió en un maratón de rescates, en el que Juárez y Dionatan trabajaron incansablemente durante horas y horas. Navegaron por las peligrosas aguas, rescatando a unas 100 personas en el barrio de Integração y a 200 en el barrio de Santo Afonso, en Novo Hamburgo, que se enfrentaban a las consecuencias adversas de las fuertes lluvias.

Dionatan, hijo de Juarez, recuerda que rescataron del tejado a una persona en silla de ruedas. “Cuando miramos hacia todos lados, vimos unas tablas de madera ideales para sacar a la persona y ponerla a salvo. Mi padre dice que es la conducción de Dios la que hace que las cosas caigan en su sitio”, coincide.

Juárez interpreta esta aparente coincidencia como una conducción divina, ya que las personas y los recursos se presentaron oportunamente durante los rescates. Incluso agotados, persistieron, impulsados por la responsabilidad y las promesas hechas a las víctimas.

Al igual que Dionatan, otros ayudaron durante los rescates. “Hubo gente que estuvo rescatando desde el viernes hasta el domingo. Decían que estaban agotados, pero no podían parar, porque cada vez que volvían y decían que era la última vez que buscaban a la gente, recordaban que esas personas contaban con ellos y que habían prometido volver”, cuenta Dionatan.

Juárez salva a un perro varado en el segundo piso de una casa afectada por una inundación.
Juárez salva a un perro varado en el segundo piso de una casa afectada por una inundación.

Rescates humanos y animales

Mientras navegaban, además de salvar vidas humanas, Juárez y Dionatan tampoco dudaron en rescatar animales domésticos, mostrando una compasión sin límites en medio del caos. Juárez recuerda que, durante los rescates, encontraron a varios residentes pidiendo ayuda, ya que no tenían adónde ir. Esas personas suplicaban por sus vidas, y también por las de sus animales domésticos.

Juárez y Dionatan priorizaron el rescate de víctimas humanas y animales.
Juárez y Dionatan priorizaron el rescate de víctimas humanas y animales.

Confianza en Dios

Juárez se enfrentó a desafíos adicionales al colocar a nueve personas en una embarcación diseñada para solamente cinco. El miedo era palpable entre los inexpertos y aterrorizados por la situación. A primera hora de la mañana se encontraron parejas con unos 24 perros a bordo, lo que puso de manifiesto la diversidad y la complejidad de la circunstancia.

Entre los informes surgió un patrón, el grito desesperado de auxilio. Esta fue la realidad vivida hora tras hora mientras los residentes esperaban ayuda.

Una familia rescata a unas 300 personas varadas por las inundaciones.
Una familia rescata a unas 300 personas varadas por las inundaciones.

Durante todo el periodo de rescate, el depósito de gasolina de la embarcación aguantó, lo que hizo posible los rescates hasta el amanecer. Únicamente cuando apareció la luz del sol se dieron cuenta de la falta de combustible. Por otra parte, la embarcación necesitaba repostar al menos tres veces para seguir navegando durante todo el día.

Durante tres días consecutivos, padre e hijo se dedicaron a la ardua labor de rescate. El lunes 6 de mayo, Juárez volvió a las zonas inundadas para encontrar y salvar a más personas varadas.

El artículo original se publicó en la web portuguesa de la División Sudamericana.

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