Con motivo del 30º aniversario del centro de acogida para mujeres sin hogar de Leipzig (Alemania), gestionado por la Organización Benéfica Adventista (OBA), Sylvia Bräunlich, que ha estado allí desde el principio, hace una reseña personal. Su informe apareció en el número de junio de 2024 de la revista Adventisten Heute.
Según Bräunlich, antes de 1994, el centro de pernoctación era gestionado provisionalmente por la oficina de asistencia social de la ciudad, antes de pasar a la gestión independiente de la OBA en 1994. En 1992 se creó en Leipzig un grupo de ayuda de la OBA. De él surgió más tarde la tienda de ropa para necesitados. Se estudió la posibilidad de crear en Leipzig un alojamiento nocturno como refugio de emergencia exclusivo para mujeres. En esa época, la ciudad de Leipzig sacó a concurso la gestión independiente del albergue. La OBA obtuvo el contrato, entre varios competidores.
“Empezamos con cinco empleados en mayo de 1994. Hoy tenemos diez. En realidad, las primeras noches solo alojamos a cuatro mujeres. Poco a poco se fue corriendo la voz de la oferta en Leipzig”, recuerda Bräunlich. “Los ‘novatos’ tuvimos la oportunidad de acostumbrarnos poco a poco a las nuevas tareas y de adquirir experiencia en la gestión de los diversos problemas y obstáculos que las mujeres traían consigo”, afirma.
Grandes desafíos
Bräunlich ha conocido a innumerables mujeres en sus 30 años de servicio. Algunas se quedaban poco tiempo, quizá solamente una noche, y la mayoría, más. Las mujeres hablaban de su infancia o relaciones difíciles, de los malos tratos que habían sufrido, de experiencias de violencia, de haber estado en la cárcel, en un hospital psiquiátrico, del abuso del alcohol o las drogas. Algunas mujeres vivieron mucho tiempo en la calle o con conocidos ocasionales. En cualquier caso, ya no tenían casa propia. El contacto con la familia y los amigos a menudo está roto. Pero también hablaban de sus propios hijos, que a menudo eran acogidos por la oficina de protección de menores o incluso adoptados. Durante las conversaciones se derraman muchas lágrimas.
Otras mujeres estaban tan enfermas mentales o adictas que rechazaban cualquier tratamiento “y nosotros, como ayudantes profesionales, solamente podíamos prevenir lo peor”, afirma Bräunlich. No todas las mujeres aceptaban el ofrecimiento de ayuda. También había mujeres que entraban en la casa enfadadas porque, por ejemplo, las habían desahuciado de su piso el mismo día o un conocido las había echado de casa. “Después, se quedaban en nuestra puerta sin ninguna pertenencia”, recuerda. A veces, las mujeres llegaban al alojamiento tras días y noches en la calle y pedían un lugar donde dormir. A menudo se avergonzaban de su situación.
No todas las mujeres se encontraban en tal aprieto inocentemente. “No obstante, intentamos hablar con ellas de forma imparcial”, comparte. La intervención en situaciones de crisis, la atención básica, las solicitudes y la recepción de prestaciones normales serían las primeras medidas.
Lo positivo supera a lo negativo
Bräunliche ha experimentado muchas cosas negativas en su largo servicio. “Hubo mujeres que ‘enloquecieron’ por sus graves trastornos mentales o adicciones, tanto verbal como físicamente. Había mujeres que gritaban su ira sin control, se negaban a calmarse, tiraban objetos y nos amenazaban. Eran días extraordinariamente difíciles. A veces, necesitábamos la ayuda de la policía para evitar que las cosas empeoraran”.
Y sin embargo, añade: “Lo positivo supera a lo negativo, hasta el día de hoy. Las mujeres que consiguieron empezar de nuevo a largo plazo, el agradable trabajo en equipo, la interacción relajada entre unas y otras, las risas, el intercambio jovial, las conversaciones aliviadoras, la profesionalidad, el no saber qué nos depararía el día... eso es lo que hace que el trabajo sea completo”. Y añade que su fe en Dios la lleva a seguir con su trabajo, día tras día.
Más acerca de la Organización Benéfica Adventist
La OBA se fundó en Hamburgo en 1897 como organización de bienestar social de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. En Alemania, gestiona guarderías, una guardería de educación especial, un centro de asesoramiento y tratamiento de adicciones y un albergue nocturno para mujeres sin hogar. Además, la OBA es la principal accionista de varias organizaciones sin fines de lucro, como residencias de ancianos, hospicios, un centro residencial para personas con discapacidad y una escuela. La OBA también apoya numerosos proyectos dirigidos por voluntarios para ayudar a los refugiados y a la integración. La organización adventista de bienestar social también dirige grupos de autoayuda para personas con problemas de adicción.
El artículo original se publicó en el sitio web de la División Intereuropea.