Según datos de la Encuesta Nacional Continua de Hogares (PNAD) de 2019, en Brasil hay aproximadamente 11 millones de personas que no saben leer ni escribir. Esto equivale al 6,6% de la población mayor de 15 años. Para reducir esta estadística, la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) ha creado un proyecto de alfabetización dentro de una comunidad terapéutica, que ofrece tratamiento especializado y multidisciplinar a los drogadictos. 

Pro-Vida, el nombre de la iniciativa, tiene como objetivo ofrecer un tratamiento de forma humanizada y participativa a las personas consumidoras de sustancias químicas mayores de 18 años. Existe desde hace 20 años y opera en la región rural de Cachoeirinha, en Bahía, en la localidad de Belém, a 120 kilómetros de Salvador.

Según el coordinador del proyecto, Leonardo Carvalho, las clases se imparten dentro de la unidad terapéutica, que tiene una estructura preparada para que cada interno pueda aprender y desarrollarse. Las clases se imparten en la biblioteca de la institución. Allí, los asistentes pueden acceder a una variedad de publicaciones, cartillas y actividades de caligrafía.

El curso refuerza el concepto de reinserción social y promoción de la salud, y surgió de la necesidad de que los profesionales que tratan con consumidores de alcohol y otras drogas promuevan una mayor acogida. “El primer paso se da por medio de la conversación, con el propósito de identificar el nivel de alfabetización. El siguiente paso es identificar la lectura y la escritura. Identificamos el proceso escolar de cada beneficiario y luego empezamos a trabajar y desarrollar a los alumnos en sus niveles de conocimiento”, explica Carvalho.

El coordinador también detalla que algunos beneficiarios están aprendiendo las letras, mientras que otros están en la etapa de desarrollo de la escritura y la lectura. “Es emocionante ver el crecimiento y la felicidad en los ojos de cada beneficiario cuando empiezan a identificar las letras y son capaces de escribir su nombre por primera vez”, señala.

Propósito

Sara Alves es una de las profesoras voluntarias del proyecto y describe que su mayor satisfacción como educadora es dar a los alumnos la oportunidad de redescubrirse a sí mismos. “Redescubrir la dignidad, devolver la esperanza de una vida temporalmente fragmentada a causa del abuso de sustancias. Devolverles la confianza, la autoestima y la certeza de que nunca es tarde para aprender a superar los retos”, asegura.

“El resultado de los esfuerzos de la comunidad terapéutica es evidente en la vida de los pacientes que muestran el deseo de superar las dificultades y empezar de nuevo”, añade Sara.

Ella recuerda que, en agosto, uno de los alumnos fue identificado como analfabeto y esto le generó malestar, además de baja autoestima. “Al insertarse en las clases de alfabetización, pudo cumplir su sueño de tener la oportunidad de firmar su primer documento de identidad. Pasó de la condición de ‘analfabeto’ a tener su propio nombre firmado en su documento”, dice Sara, con un sentimiento de realización.

Oportunidades

El coordinador Leonardo Carvalho destaca que la función de Pro-Life es promover oportunidades y una nueva perspectiva de vida para todos los acogidos, así como para sus familias, que depositan en este proyecto la esperanza de tiempos felices. “Me doy cuenta de la relevancia que tiene este trabajo en el desarrollo personal y colectivo de cada beneficiario de nuestra unidad. Es gratificante ver la recuperación de la dignidad y los valores en la vida de cada alumno, cuando puede verse a sí mismo como ciudadano y expresar, mediante la escritura, su alegría por la oportunidad que encuentra en este proyecto”, subraya.

Además de la alfabetización, uno de los elementos diferenciales de la iniciativa es el uso de los ocho remedios naturales: alimentación sana, consumo regular de agua, aire fresco, exposición a la luz del sol, ejercicio físico, descanso, temperancia y confianza en Dios.

El artículo original se publicó en el sitio de noticias en portugués de la División Sudamericana.