En Kenia, continúan los efectos de la violencia por las elecciones

En Kenia, continúan los efectos de la violencia por las elecciones

Un año después, miles de personas siguen desplazadas, los adventistas ayudar a los refugiados que regresan

Benjamín Cherono, diácono de la iglesia adventista de Bureti, se encuentra entre los líderes de la iglesia que se unieron a funcionarios del gobierno y de organizaciones de paz el mes pasado para comprometerse con una estabilidad duradera en las zonas más afectadas por el conflicto del año pasado.
Benjamín Cherono, diácono de la iglesia adventista de Bureti, se encuentra entre los líderes de la iglesia que se unieron a funcionarios del gobierno y de organizaciones de paz el mes pasado para comprometerse con una estabilidad duradera en las zonas más afectadas por el conflicto del año pasado.

Cada una de las 65 tiendas del atestado campo de refugiados donde está Ann Kamau puede albergar al menos siete adultos.
Cada una de las 65 tiendas del atestado campo de refugiados donde está Ann Kamau puede albergar al menos siete adultos.

El año pasado, el vecino de Sheila Adoyo amenazó con quemar su casa y su hermano fue hospitalizado luego de un brutal ataque a machetazos por parte de rivales de otra etnia. La viuda, que es madre de ocho hijos, fue testigo de incontables homicidios durante la violencia desenfrenada que se produjo luego de las discutidas elecciones presidenciales de diciembre de 2007.


“Jamás podré explicar cómo sobreviví”, dice ahora Adoyo desde su hogar, un campo de refugiados cerca de Kayole, en las afueras de Nairobi, la capital de esa nación del África Oriental.


Adoyo, que es adventista, es una de los más de noventa mil personas—según estimaciones de organizaciones no gubernamentales—que siguen desplazadas un año después de meses de conflictos en la destrozada nación.


La violencia que exacerbó las tensiones étnicas y paralizó el desarrollo económico del país no pasó por alto a los adventistas, dicen los líderes del país.


El mes pasado, los directivos de la iglesia local se unieron al comisionado provincial Noor Hassan Noor en Nakuru, la capital provincial de la región, para destacar el regreso de la paz a las zonas más afectadas por la violencia, y para comprometerse con una estabilidad duradera para la región. El grupo instó a los miembros de las comunidades afectadas que se perdonaran unos a otros y que se unieran para reconstruir sus vidas y sus aldeas.


“Es muy desafortunado que hayamos permitido que nuestras diferencias políticas afecten nuestra espiritualidad y destruyan el entendimiento mutuo y la coexistencia pacífica”, dijo Benjamín Cherono, diácono de la iglesia adventista de Bureti y uno de los líderes de la iglesia que asistió al encuentro.


La mayor preocupación está dada por la situación de miles que viven en campos de refugiados, donde las miserables condiciones de vida, la falta de alimentos y agua apropiada y la violencia sexual amenaza las vidas de las personas y dificulta el regreso a la sociedad, dicen los líderes de la iglesia.


Ann Kamau, miembro de la iglesia de 65 años de edad e integrante del campo de refugiados, ha luchado el pasado año contra la diabetes. Sentada fuera de su improvisada tienda, con un chal sobre sus piernas hinchadas, Kamau contó a los líderes algunas de sus dificultades. Cada una de las 65 tiendas de su campamente puede acomodar al menos siete adultos.


Motivados por ayudar para que Kamau y otros como ella regresen a sus hogares, los miembros de la iglesia adventista Elbagon y de la comunidad circundante dedican ahora tres días a la semana para reconstruir los hogares de los desplazados, dedicándose especialmente a los enfermos y los ancianos, que tienen las mayores necesidades. También ofrecen alimentos y equipamiento agrícola para ayudar a los refugiados a recuperar poco a poco la vida normal.


Una de las feligreses, llamada Nancy Malel, dice que la participación de los miembros de la comunidad ha hecho que esta obra asistencial se haga realidad. Hay tantos feligreses todavía en los campos de refugiados, que para ofrecerles algún tipo de crecimiento espiritual, social o económico se necesita que todos colaboren.


Los miembros de la iglesia de Cherono también están preocupados por la apremiante situación de las jovencitas de los campos de refugiados, muchas de las cuales están sujetas a coacción y explotación sexual. Los elevados niveles de pobreza en los campos también hacen que pocas jovencitas puedan educarse, lo que las hace más susceptibles al abuso de sustancias y otras conductas de riesgo, dicen los líderes de la iglesia.


Los líderes de la iglesia adventista de Bureti han solicitado más apoyo de las organizaciones locales e internacionales para ayudar a financiar la educación de las jovencitas afectadas y distribuir medicamente retrovirales para los que han contraído el HIV/SIDA.


James Momanyi, un refugiado que está de regreso, dice que aprecia las buenas relaciones que se están creando entre vecinos que son rivales étnicos. “Una vez más, podemos relacionarnos de manera pacífica y adorar juntos en la iglesia”, dice.