Después de pérdida, presentador de TV Adventista Mike Tucker sigue adelante

FM Tucker

Después de pérdida, presentador de TV Adventista Mike Tucker sigue adelante

Él y su fallecida esposa, Gayle Tucker, fueron galardonados por los ministerios de familia durante el Concilio Anual.

Seis meses después de perder a quien fuera su esposa durante cuarenta años, el presentador de televisión adventista y pastor Mike Tucker sigue adelante cómo mejor puede.

“Pienso en ella cada mañana y cada noche, y durante el día”, dijo Tucker, de 64 años, al referirse a su esposa Gayle Tucker. “Sí, es duro, y uno sigue adelante, haciendo las cosas que uno cree son las correctas y viviendo cómo se espera que uno viva”.

Los Tucker, que crearon la popular serie de seminaries “Locos por el matrimonio” y fueron copresentadores del programa “Fe para hoy”, el programa religioso continuo de televisión más antiguo de Norteamérica, fueron reconocidos con un premio por su trabajo por las familias durante la sesión del Concilio Anual del 11 de octubre. Tucker aceptó el Medallón Arthur y Maud Spaulding, el galardón más destacado que entrega el departamento de Ministerios de Familia de la Iglesia Adventista mundial, de manos de sus directores, Willie y Elaine Oliver.

Willie Oliver dijo que Mike y Gayle Tucker “representan lo mejor de los ministerios de familia en la Iglesia Adventista del Séptimo Día”.

El ministerio del matrimonio no contaba con el fallecimiento de Gayle el pasado 10 de abril, después de que el 19 de marzo le diagnosticaran un cáncer de páncreas con metástasis de hígado. Ni ella ni su esposo se enojaron por la situación, dijo Mike Tucker.

“Le preguntó a Gayle antes de que muriera si estaba enojada”, dijo Tucker en una entrevista. “Y ella dijo: ‘No. He tenido sesenta años de excelente salud, y algunos ni siquiera pueden disfrutar de un solo día. He pasado cuarenta años con un matrimonio maravilloso. Algunos jamás tienen eso. He tenido cuarenta años de un ministerio que ha sido satisfactorio y emocionante. He tenido hijos y nietos, y una familia extendida. ¿Debería enojarme porque eso duró solo sesenta años y no ochenta? Me parece algo muy desagradecido de mi parte’. Y así fue que falleció sin enojo”.

Y añadió: “Sabía que respondería de esa manera. No tenía dudas. Pero me sorprendió que yo tampoco me sentí enojado y que ya había pensado lo mismo. Eso me permitió saber que Dios realmente había hecho mi teología vivida igual a la teología que había predicado, y doy gloria a Dios por ello”.

Tucker dijo que la experiencia de perder a una amada esposa, y de ser una persona pública que era vista por televisión en diversas partes del mundo, ha creado algunas oportunidades de aprendizaje.

“Me estoy encontrando con todo tipo de gente que sufre dolor, pérdida y que no ha sentido la libertad de expresar ese dolor porque la sociedad y en ocasiones aun nuestra religión le dicen a las personas que el duelo activo es una señal de debilidad o aun una señal de falta de fe”, dijo. “Dicen que les he dado la libertad y el permiso de hacer el duelo. Si una figura pública como yo suelo ser está dispuesta a expresar su dolor y angustia, se dan cuenta de que está bien y de qué no es pecaminoso hacer el duelo”.

Tucker también reveló una experiencia personal durante lo que terminaron siendo los días finales de su esposa. Ella había dictado cartas personales para sus hijos, yerno y nietos. Entonces le dijo a su esposo que quería qué escribiera una carta también para él.

“Le dije: ‘¿Qué me vas a decir que no me hayas dicho cada día durante cuarenta años?’”, contó Tucker.

Gayle, sin embargo, tenía dos mensajes importantes para él. El primero era simple, dijo él: Nada que lamentar.

“Ella sabía que mi tendencia sería mirar hacia atrás a los errores que había cometido en el matrimonio, porque todos los cometemos, y que eso me mortificaría”, dijo Tucker. “Y ella dijo: ‘Nada que lamentar. Porque tuvimos una gran vida juntos. Nada, nada que lamentar. Un matrimonio maravilloso, momentos maravillosos, y somos los mejores amigos uno del otro, de manera que, nada que lamentar’.

 

“Lo segundo que dijo fue: ‘Vive tu vida’”, contó. “Y nuestra vida ha estado dedicada a la fe, la familia y el ministerio. Lo que somos es lo que hemos hecho. Ella sabía que para mí sería difícil seguir adelante. Pero me dijo: ‘Vive simplemente tu vida’. Hemos establecido una vida, la vida vale la pena vivirla, sé fiel a lo que hemos establecido, y vive esa vida. Y creo que en sus comentarios hacia mí hay una gran sabiduría. Eso es lo que he tratado de hacer”.