South American Division

La División Sudamericana apoyará a 50 misioneros interculturales

La Iglesia Adventista aumenta su inversion en el envío de familias a la región de la Ventana 10/40.

Felipe Lemos, División Sudamérica, y ANN
Misión global, abrazada por los adventistas, es una visión mantenida por la denominación desde el siglo XIX.

Misión global, abrazada por los adventistas, es una visión mantenida por la denominación desde el siglo XIX.

[Foto: Shutterstock]

El martes 12 de noviembre, la sede de la Iglesia Adventista para Sudamérica realizó un importante programa de consagración y despliegue de misioneros transculturales de su territorio. Cincuenta familias servirán en diversos países de la Ventana 10/40, regiones donde el mensaje de Jesús es poco conocido. Mientras que algunos miembros de este grupo ya han comenzado su labor misionera, otros recibirán capacitación para prepararse para sus próximas funciones. Se prevé que la inversión total para apoyar esta iniciativa durante los próximos cinco años alcance los 16.947.500 dólares.

Durante la reunión, Stanley Arco, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Sudamérica, destacó que el mismo ímpetu que llevó a los pioneros a enviar a John Andrews a Suiza en el siglo XIX es el que impulsa el liderazgo adventista en la actualidad. Animó a los misioneros a dejarse guiar por Dios y a depender enteramente de él.

El secretario ejecutivo de la sede de la Asociación General Adventista, Erton Köhler, recordó que la Iglesia Adventista de Sudamérica es la que más misioneros enviará fuera de su territorio dentro del plan global denominado Reenfoque en la Misión. “Tenemos que ser protagonistas en la misión local, pero socios en la misión global”, dijo. 

Experiencias misioneras únicas

El viaje de cada misionero es distinto, por lo que resulta un desafío esbozar una experiencia universal para todos. El misionero brasileño Paulo (seudónimo por razones de seguridad) ejemplifica esta singularidad. Está casado y tiene dos hijos, y la decisión de su familia de embarcarse en la misión se vio impulsada por importantes influencias de la infancia, en particular por medio de la lectura de las biografías de destacados misioneros como David Livingstone (1813-1873). La familia de Paulo es una de las 50 que se han comprometido a servir en la próxima misión de 2024.

Al no haber vivido nunca fuera de Brasil, donde nació y creció, Paulo reconoce los desafíos que le esperan al prepararse para trasladarse a un país con una cultura marcadamente diferente. Subraya que cualquier posible éxito durante su misión se atribuirá a la ayuda divina. “Aprender otro idioma, adaptarme a costumbres, comida, clima, ropa y creencias diferentes, refuerza mi creencia de que el éxito no será atribuible a la estrategia o habilidad humana, sino a la presencia y el poder del Espíritu Santo”, comenta.

Misión en Irak

Everson Torres, pastor de 39 años de Goiás, sirvió con su familia (esposa y dos hijos de 7 y 5 años) en la región norte de Irak, en la ciudad de Erbil. Como detalle histórico, Erbil se encuentra a unos 60 kilómetros de la legendaria Nínive (del antiguo Imperio asirio), famosa en el libro del profeta Jonás, que fue enviado allí a predicar a los habitantes de la región. Torres y su familia vivieron durante nueve años con los nativos de esta región conocida como Kurdistán, una zona semiautónoma con unos 2 millones de habitantes. Formaban parte del proyecto global adventista de envío de misioneros a regiones de la Ventana 10/40 en 2015.
En su caso, Torres estaba registrado como pastor y tenía autorización para atender a la comunidad adventista de la región. La Iglesia Adventista del Séptimo Día era una de las 16 organizaciones cristianas autorizadas por el gobierno local para llevar a cabo actividades en el país.

Aun así, tubo que enfrentarse a los desafíos típicos de una región como esta. Empezando por las lenguas kurda y árabe, que se hablan predominantemente. Además, Torres y su familia se encontraron con una mayoría de musulmanes, pero recuerda que uno de los secretos de los misioneros es entender la cultura local y fortalecer las amistades. “Afortunadamente, a la gente le gusta mucho Brasil, y pronto me identifiqué como brasileño. Hablamos de temas como la comida, el fútbol e incluso del viejo Passat [coche]. Cuando yo vivía allí, este vehículo se exportaba mucho a Irak. Todo este acercamiento formaba parte del proceso de contacto con los habitantes de la región”, recuerda.

El misionero dice que aprendió mucho acerca de otras religiones y comprendió que la gente tiene en común la necesidad de hablar con los amigos. Durante un tiempo jugó al baloncesto con los lugareños, e incluso un adulto se le acercó en busca de más información acerca de la Biblia.

Uno de los mayores desafíos fue vivir cerca de la región donde operaban grupos vinculados al Estado Islámico. La organización extremista solía cometer asesinatos y otros tipos de delitos no muy lejos de donde él vivía. Por ello, incluso las distancias relativamente cortas debían planificarse cuidadosamente para garantizar la seguridad. En la práctica, la experiencia en el Kurdistán les permitió a él y a su familia convivir estrechamente con muchos refugiados de guerra y resultó una experiencia de aprendizaje única.

Torres y su esposa siempre habían querido asumir un desafío misionero como este. Ambos habían participado en movimientos similares antes de ir a Irak. “Mi mujer incluso vendió productos de belleza durante un tiempo para poder ir de misión con los ribereños del Amazonas. Es decir, este tipo de trabajo ya forma parte de nuestra familia”, afirma el misionero.

El artículo original se publicó en el sitio web en portugués de la División Sudamérica.

Subscribe for our weekly newsletter