Su día empieza temprano. El despertador suena a las 5:30, pero incluso antes de levantarse, Felicitas Haring practica la gratitud diaria. “Todas las mañanas doy gracias porque estoy bien”, explica. Este tiempo junto a Dios es muy importante para ella.
Después del desayuno, durante el cual lee el periódico y la Biblia, se dedica de lleno a su trabajo. Sus días son parecidos: por las mañanas está fuera de casa, haciendo recados, visitando médicos y recogiendo donativos. Tras una breve pausa para comer, se dedica al centro de recolección o ayuda en los centros de asilo, sobre todo en el área de la enseñanza de idiomas.
Haring lleva tres décadas trabajando para la Agencia Adventista de Desarrollo y Ayuda (ADRA). Recoge donativos para personas necesitadas con el fin de cubrir sus necesidades. Desde ropa, zapatos y sábanas hasta artículos de higiene, material médico y pañales, recoge todo lo que la gente necesita con urgencia.
Los artículos recogidos se guardan en el almacén de Theodor-Körner-Straße, en Bruck an der Mur (Austria), en la iglesia adventista local. Este espacio era un modesto desván hace 30 años, desde el que empezó Haring. Con el paso de los años, su labor de apoyo a las personas en situaciones de crisis se desarrolló, y finalmente se trasladaron al centro actual.
A pesar de contar con unas instalaciones más amplias, el espacio es a menudo un problema. La disposición de la comunidad a apoyar y donar generosamente es un signo notable para Haring en los tiempos que corren.
Aunque de vez en cuando se recauda dinero, la mayoría de las compras se hacen a nivel local para adquirir los suministros que tanto se necesitan.
Haring explica la motivación de su incansable labor a la madura edad de 73 años: “Conozco la sensación de no estar bien. Agradezco la ayuda recibida. En países como Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia y Turquía he visto la miseria de la gente. Una vez que has experimentado esta necesidad, simplemente no puedes dejar de ayudar”.
La fe de Haring en Dios y en la Biblia le da fuerza y esperanza. Como creyente, es importante para ella dar consuelo y esperanza a los demás, tanto mediante su fe como del apoyo práctico.
El apoyo de los cinco esforzados ayudantes de Haring, incluida su hija Andrea, desempeña un papel importante. Sin embargo, su familia también es de suma importancia para ella. Su marido, Heinz, Andrea, su hijo, Christian, y sus nietos, Daniel y Gabriel, son el centro de su vida.
Para Haring, se trata de servir a los demás y ayudarlos a ayudarse a sí mismos. A pesar de sus propias experiencias de necesidad y carencia, se siente profundamente agradecida y satisfecha. A veces, apoyar significa simplemente estar ahí para alguien sin decir muchas palabras.
Los esfuerzos de Haring se extienden más allá de las fronteras para ayudar a la gente de su propio país y a los refugiados, como los de Ucrania. Siempre está preparada para prestar ayuda en catástrofes imprevistas. Su visión no es sólo proporcionar ayuda material, sino también ofrecer consuelo y esperanza.
Felicitas Haring es la viva encarnación de la compasión y la caridad práctica, al lado de los necesitados día tras día.
La versión original de esta noticia se publicó en el sitio web de la División Intereuropea.