En São José do Norte, en el interior de Rio Grande do Sul, Brasil, una niña de 10 años adoptó un enfoque diferente para compartir su amor por Jesús con sus amigos. Es cierto que Cristhiny, una adolescente adventista del séptimo día, aún no está bautizada, pero su entusiasmo y su dedicación al mensaje cristiano son evidentes.
Los padres de Cristhiny, Dejanira Souza y Cristiano Pinto, son adventistas del séptimo día. Recientemente, Cristhiny fue operada y tiene un drenaje en el oído, lo que le impide bautizarse por el momento. Sin embargo, esto no le ha impedido vivir activamente su fe. Ha encontrado la manera de tocar vidas y compartir el amor de Jesús por medio de reuniones semanales con sus amigos.
Todo empezó cuando Cristhiny escuchó un mensaje en su iglesia y sintió un fuerte deseo de profundizar sus conocimientos bíblicos y compartirlos con sus amigos. Con el apoyo de su madre, Dejanira, Cristhiny organizó reuniones semanales para estudiar personajes bíblicos con un grupo de nueve amigas. Las reuniones son flexibles y pueden tener lugar en casa de una de las participantes, en la plaza del pueblo o en el parque infantil local.
Reuniones de estudio bíblico
Souza explica cómo funcionan las reuniones: “Cristhiny elige la historia bíblica que quiere compartir. La buscamos en la Biblia y la estudiamos juntas. Ella comparte un poco de lo que ya sabe y yo lo resumo. Luego, hacemos una actividad en grupo acerca del tema”. Este proceso no solamente permite a Cristhiny profundizar en las historias bíblicas, sino que también le enseña a articular y compartir su fe de forma creativa y atractiva.
Glades Mendes es la coordinadora del Ministerio del Niño en la región y expresa su alegría al ver a una joven tan comprometida con la misión cristiana. Destaca la importancia de implicar a los niños en la labor misionera: “Estoy muy contenta de ver a niños y jóvenes comprometidos con la misión de llevar la palabra de Dios a otras personas y acelerar así el regreso de Jesús. Nuestros niños son la nueva generación; tenemos que enseñarles, animarlos y darles oportunidades de ayudar en la iglesia”, afirma.
La familia vive en Vila das Capivaras, donde son los únicos adventistas. Esto hace que el compromiso de Cristhiny sea aún más significativo, ya que no solamente comparte su fe con sus amigos, sino que también representa a la comunidad adventista en una zona donde la presencia de la iglesia es limitada. “Me gusta hablar de Jesús a mis amiguitos, me gusta cuando cuento historias y canto alabanzas”, comparte.
La historia de Cristhiny es un poderoso recordatorio de que la fe y el amor pueden vivirse con autenticidad desde una edad temprana. Su determinación y su pasión por compartir el Evangelio son un testimonio de la influencia positiva que los niños pueden tener en la vida de sus compañeros y en la comunidad que les rodea.
El artículo original se publicó en el sitio web en portugués de la División Sudamericana.
