West-Central Africa Division

Oración produce una curación milagrosa en Camerún

Una joven aprende y es transformada gracias a una experiencia de oración inesperada.

[Foto: La estudiante Kamoh y el profesor de Biblia, el Pr. Yetna Alain Michel].

[Foto: La estudiante Kamoh y el profesor de Biblia, el Pr. Yetna Alain Michel].

Kamoh entró en el despacho de su profesor de Biblia, casi sin respirar.

Desde el comienzo del curso escolar 2022–2023, el Pr. Yetna Alain Michel es capellán encargado de la sección bilingüe de inglés, y profesor de Biblia en la Universidad Adventista Cosendai, en Yaundé, la capital de Camerún. La niña de 12 años, alumna primer año de secundaria, se encariñó con él en poco tiempo y de forma sorprendente. En pocas semanas, le enseñó a dialogar con Dios en oración y a confiar en sus promesas por la fe.

Cuando el pastor vio a Kamoh, supo enseguida que algo andaba mal. Se agarraba el pecho y le costaba respirar. La ayudó a incorporarse. 

–Señor, me pasa algo –le dijo. 

–Por favor, dime qué te pasa –respondió el pastor. 

La muchacha suspiró y continuó: 

–Señor, no se lo he dicho antes, pero tengo un grave problema en el corazón. 

Michel escuchó atentamente mientras Kamoh narraba, con lágrimas en los ojos, las razones de su dolencia. Unos meses antes, los especialistas les habían dicho a sus padres que tenía un problema de corazón que requería cirugía urgente. Esto fue después de que se desmayara y la llevaran al hospital gineco-obstétrico de Yaundé. Ya había planeado un viaje a Italia para operarse del corazón. 

–Cada vez que me encuentro mal, siento que mi corazón se va a parar. Señor, creo que voy a morir pronto, y eso me asusta mucho –expresó Kamoh.

El pastor abandonó su silla y se acercó suavemente a coger la mano temblorosa de la niña.

–¿Crees que esta enfermedad es lo bastante grave como para matarte?

–Oh, sí, señor, la siento dentro de mí, y puedo leer la preocupación mal disimulada en los ojos de mis padres cuando hablan de ella. 

–Entiendo –dijo el pastor Michel, antes de continuar–. ¿Crees que es tan malo que ni siquiera Dios puede hacer algo al respecto?

La chica dudó en contestar. El pastor, que no quería avergonzarla, volvió a hablar inmediatamente: 

–Esto es lo que propongo hacer: Oraremos, tú y yo. Oraremos una y otra vez. Oraremos cada mañana al levantarnos y cada noche al acostarnos en nuestras distintas casas, para que Dios te cure. Luego, puedes venir a verme todos los días después de la escuela para que oremos juntos. Creo con todas mis fuerzas que Dios puede curarte y salvar tu joven corazón de ser operado, si lo creas de todo corazón. ¿Puedes hacerlo?

Kamoh aceptó, aunque más tarde admitió que solamente había dicho que sí ante la insistencia del pastor, pero no porque realmente lo creyera.

El pastor llegó a la escuela ese lunes por la mañana temprano y abrió su despacho. Habían pasado solamente unas semanas desde su encuentro con Kamoh y, desde entonces, habían seguido su programa de oración según lo previsto. Apenas se había acomodado en su silla cuando la niña entró corriendo y se abalanzó sobre él. 

–¡Pastor, llevo esperándolo desde las seis de la mañana! 

Sin siquiera sentarse, Kamoh contó entusiasmada al pastor que había hecho una visita de seguimiento durante el fin de semana. Los médicos se sorprendieron al ver un corazón completamente normal. “¿Qué le han dado?”, preguntaron varias veces a sus padres.

El pastor escuchó con asombro la historia de la niña. Esta experiencia transformó totalmente a la joven, que no volvió a pasar otro día sin orar con el pastor.

La versión original de esta noticia se publicó en el sitio web de la División Africana Centro-Occidental.

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