El Instituto Adventista de Tecnología (IATec) desafió a sus empleados a participar en el primer Viaje Misionero del IATec. Cerca de 40 empleados aceptaron la tarea de reconstruir parte de la iglesia adventista de Farrapos, en Porto Alegre, Rio Grande do Sul, Brasil. La estructura sufrió graves problemas después de permanecer sumergida durante 30 días como consecuencia de la inundación que devastó el estado en mayo de 2024.
Al cabo de dos meses, se reconstruyó y se le dio un nuevo aspecto gracias al trabajo de los empleados. Un autobús lleno de voluntarios salió del centro tecnológico de Hortolândia, en el interior de São Paulo, el 20 de julio.
Josué Leão, gerente de educación del IATec, concibió la misión y siguió de cerca el trabajo del equipo. Cuenta que la institución contó con el apoyo de la sede de la Iglesia Adventista para la región central de Rio Grande do Sul. “Ellos elaboraron el proyecto y nos aconsejaron respecto a los materiales y colores de pintura que debíamos comprar para mantener la identidad visual de la iglesia”, dice.
Para participar, cada empleado aportó aproximadamente el 15 % del costo total del viaje misionero. El resto fue proporcionado por IATec. “Pagamos los materiales de construcción, la contratación de un capataz, así como el transporte, la comida, los medicamentos y el equipo de protección individual de los empleados”, explica Leão.
Claudinei Corrêa fue el albañil responsable de supervisar la obra. Su trabajo consistía en guiar a los voluntarios en la renovación de la iglesia. “Cuando vi la cantidad de trabajo que había que rehacer, pensé que sería imposible terminarlo en pocos días. Pero la fuerza de voluntad y la fe de todos hicieron que todo saliera bien. No tenía ninguna duda de que una fuerza mayor estaba con nosotros”, subraya el profesional.
Escombros retirados por los voluntarios del interior de la iglesia para iniciar las obras de reconstrucción. [Foto: Divulgación/IATec]
Jornadas de 12 horas
Las aulas del Colegio Adventista Marechal Rondon (Camar), en la capital de Rio Grande do Sul, sirvieron de alojamiento al grupo. Se levantaban muy temprano para el culto, desayunaban y partían para su día de trabajo en la iglesia de Farrapos.
El equipo de IATec tuvo que enlucir e impermeabilizar gran parte de las paredes, retirar el suelo, instalar el subsuelo y colocar baldosas de cerámica en tres habitaciones, sustituir los zócalos de madera por baldosas de cerámica, pintar todas las habitaciones interiores y las rejas de ventanas y fachadas. Fernando Santos, desarrollador senior de sistemas del IATec, cuenta que su tarea inicial fue sustituir los zócalos de las paredes, pero como tiene conocimientos de construcción civil, ayudó en otras tareas. “También ayudé con el enlucido y acabado de las paredes, la retirada de los suelos de madera, la instalación de baldosas de cerámica y la pintura de barniz en las puertas y verjas”, dice.
Está acostumbrado a trabajar en una oficina y admite que cambiar de entorno fue un desafío, pero mereció la pena al ver la gratitud de los miembros. “Ver a Martina, miembro de la iglesia, con lágrimas en los ojos, observando nuestro trabajo, fue gratificante. Me emocioné con ella al ver su gesto de gratitud, sin tener que decir nada”, dice Santos.
Había poco tiempo para lo que había que hacer. Por eso, para acelerar el secado de las paredes, que necesitaba al menos tres días, se utilizaron 120 litros de alcohol para hacer fuego y continuar el trabajo más rápidamente. Uno de los voluntarios dice que quedó impresionado cuando vio lo rápido que se secaba una pared. “Fue un milagro”, dice Elvis Reis, desarrollador de sistemas.
La dedicación de los voluntarios no solamente impactó a los miembros de la iglesia, sino también al vecindario. Leão cuenta que un residente que vive enfrente de la iglesia se sintió conmovido por el trabajo del equipo y decidió endulzar un poco la tarde del grupo regalándoles dos cajas de bombones. Según Eliézer Santos, director financiero de IATec, “el trabajo repercutió en la iglesia que recibió la ayuda, pero quizás nosotros, del IATec, fuimos los más beneficiados por el sentido de unidad, compromiso y altruismo que nuestros empleados trajeron de vuelta al trabajo”.
El 28 de julio, la iglesia estaba preparada y lista para acoger a miembros y amigos. El culto fue responsabilidad del IATec. Claudinei Corrêa es categórico al afirmar que trabajar con los voluntarios fue la mejor experiencia que ha tenido nunca. “Es increíble que hayamos terminado la reforma y celebrado juntos esta victoria el sábado. Lloré mucho durante el servicio cuando vi a Fernando y a su hija cantando juntos. Me acordé de mi hija, que tiene casi la misma edad”, dice.
Antonio Hilário da Silva, más conocido como Toninho, es miembro de la iglesia desde hace 15 años y su casa se vio afectada por las inundaciones. Nos revela lo que más le impresionó de la renovación. “La iglesia es muy bonita. Me ha gustado mucho el nuevo zócalo. Antes era de madera y ahora es de cerámica. El techo es ahora impermeable y las barandillas delanteras están como nuevas y bien pintadas”, explica.
La propuesta del IATec es realizar otros viajes misioneros al menos una vez al año. “Es esencial que los empleados lo experimenten en la práctica. De esta forma, entendemos que asimilan que el trabajo, aunque técnico y entre bastidores, tiene una razón misionera y evangelizadora en el fondo”, concluye Santos.
El artículo original se publicó en el sitio web en portugués de la División Sudamericana.