A menos de un mes del inicio de los Juegos Olímpicos de París, y con el objetivo de incentivar la práctica deportiva entre los adolescentes, el departamento de Educación Adventista de la Baixada Fluminense y de la Zona Oeste de Río de Janeiro, en Brasil, realizó la “Aventura Deportiva”, evento que tuvo lugar en el Centro Deportivo Miécimo da Silva. Con la participación de más de 900 estudiantes, la actividad tuvo lugar el 1° de julio.
Aventura Deportiva nació en el corazón de tres profesores de Educación Física, con el objetivo de promover una mejor salud y el interés por el deporte entre los alumnos. Uno de los profesores, Rafael Nascimento, dice que el proyecto le animó a ser un ejemplo para sus alumnos. “Durante mucho tiempo sufrí obesidad y, con el inicio de Aventura, necesitaba ser un espejo físico para mis alumnos. Yo los motivo, y ellos me motivan a mí a cuidar mi salud”, dice.
La propuesta se puso en marcha en 2023 y reunió entonces a más de 500 alumnos. Este año, el número casi se ha duplicado. “La aceptación por parte de los alumnos ha sido muy alta. Estamos muy contentos con los resultados alcanzados y de ver a nuestros jóvenes comprometidos con este proyecto que tanto bien les hace”, dice Robledo Moraes, director de la Red de Educación Adventista en la región.
Los participantes son alumnos de la Escuela Primaria II y de la Escuela Secundaria. En esta edición, participaron siete unidades. Entre los muchos talentos presentes, destaca la alumna Ana Cristina Loureiro, de 13 años. Jugadora de voleibol desde los 9 años, Ana Cristina ya juega en un equipo prejunior profesional y fue campeona de los Juegos de la Baixada en 2023. Su sueño es representar a Brasil en los Juegos Olímpicos. “Me gusta jugar al voleibol porque es un juego de equipo y siempre doy lo mejor de mí. Tengo muchas ganas de jugar algún día en los Juegos Olímpicos. Sería un sueño”, dice.
Más allá de la enseñanza
Las competiciones incluían deportes como fútbol, voleibol, baloncesto, atletismo, balón prisionero (una introducción al balonmano) y tenis de mesa, todos ellos divididos en categorías masculina y femenina según el curso escolar. Los alumnos competían por el primer, segundo y tercer puesto, y los colegios que acumulaban más medallas recibían trofeos de oro, plata y bronce.
Ganar una medalla es una recompensa a todo el esfuerzo y el sacrificio, pero el deportista también debe estar preparado para afrontar desafíos y resultados negativos. Saber aplaudir y reconocer a los que obtuvieron mejores resultados es esencial para el desarrollo del carácter de los alumnos, y esto también puede considerarse una victoria. “Sin duda, los resultados de los partidos no solamente se reflejan en la cancha. Todo esto también se puede ver en el desarrollo del individuo y en su desempeño en el aula”, dice Angélica Chaves, coordinadora de la Red de Educación Adventista en la región.
El artículo original se publicó en el sitio web en portugués de la División Sudamericana.