General Conference

Dar voz a quienes no la tienen

Se estima que, a finales de 2022, 108,4 millones de personas se vieron obligadas a desplazarse de su hogar como consecuencia de persecuciones, conflictos, violencia, violaciones de derechos humanos u otros sucesos que amenazaron gravemente su seguridad y su bienestar, según las fuentes.

United States

Refugiados en Base Génesis, un Centro de Influencia en San Pablo (Brasil), asisten a una clase de idiomas. [Foto facilitada por: https://institutobasegenesis.org.br]

Refugiados en Base Génesis, un Centro de Influencia en San Pablo (Brasil), asisten a una clase de idiomas. [Foto facilitada por: https://institutobasegenesis.org.br]

A finales de 2022, 108,4 millones de personas se habían visto obligadas a abandonar su hogar como consecuencia de persecuciones, conflictos, violencia, violaciones de los derechos humanos u otros sucesos que amenazaban gravemente su seguridad y su bienestar. De ellos, 62,5 millones son desplazados internos en su país de origen, mientras que más de 35 millones se han convertido en refugiados. 

Los refugiados no pueden o no quieren regresar a su país de origen por el peligro que correrían allí. Buscan refugio en otro país o región, a menudo cruzando fronteras y dejando atrás su hogar, sus posesiones y, a veces, incluso a su familia.

Naturalmente, los refugiados a menudo experimentan grandes dificultades y se enfrentan a numerosos desafíos, como las barreras lingüísticas, la adaptación cultural, la separación de la familia, el acceso limitado a las necesidades básicas y la discriminación. 

Nuestro papel como cristianos y como Iglesia mundial

Como cristianos, Dios nos ha llamado a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y a mostrar compasión por los que sufren. Esto incluye a los refugiados. En Mateo 25:35 y 36, Jesús dice: “Pues tuve hambre, y me alimentaron. Tuve sed, y me dieron de beber. Fui extranjero, y me invitaron a su hogar. Estuve desnudo, y me dieron ropa. Estuve enfermo, y me cuidaron. Estuve en prisión, y me visitaron”. Este pasaje subraya la importancia de extender el amor y la ayuda a los necesitados, incluidos los refugiados.

En todo el mundo, la Iglesia Adventista participa de diversas iniciativas y programas que sirven a los refugiados y los desplazados. Por ejemplo, Base Génesis, un Centro de Influencia en San Pablo, Brasil, ha hecho contribuciones significativas al proporcionar asistencia a los refugiados sirios. Sus programas abarcan diversos aspectos, como apoyo familiar, servicios sanitarios, satisfacción de necesidades básicas, formación profesional, clases de emprendimiento, asesoramiento jurídico sobre inmigración, clases de idiomas, programas extraescolares para niños, etc. En Viena (Austria), la Iglesia colabora con ADRA para gestionar un centro de acogida que ofrece a los refugiados ropa, comidas cocinadas y otras formas de ayuda.

El papel de la Iglesia ante las necesidades espirituales y prácticas

Mientras buscaba ayuda en una Iglesia Adventista del Séptimo Día de Nueva York, un refugiado local asistió a seminarios y talleres y recibió ayuda para cubrir sus necesidades básicas diarias. Poco a poco, se fue identificando más con la comunidad eclesiástica. Durante una semana de oración dedicada a los refugiados y a la situación en su país, empezó a tomar estudios bíblicos y, finalmente, decidió bautizarse. Cuando sus circunstancias mejoraron, regresó a su país con su nueva fe, que compartió con su familia y sus seres queridos. Ellos también empezaron a estudiar la Biblia, a asistir a una Iglesia Adventista del Séptimo Día local y expresaron su interés por el bautismo. 

Bledi Leno, director del Centro Urbano de Misiones Globales, entiende que atender las necesidades espirituales y prácticas de los refugiados va de la mano. Inspirándose en Jesús, quien experimentó la vida como refugiado en Egipto, la iglesia se propone aliviar las necesidades físicas de las personas y las comunidades, y presentar el amor, los planes y las enseñanzas de Dios a los necesitados. Aspira a aportar integridad a la sociedad y al mundo, reconociendo al mismo tiempo que solamente Dios puede proporcionar la verdadera integridad. El papel de la Iglesia va más allá de la ayuda humanitaria.

Al compartir el Evangelio con refugiados de diversos orígenes culturales y religiosos, la Iglesia hace hincapié en el respeto, la comprensión y la construcción de puentes de confianza. Al reconocer y apreciar sus orígenes únicos, podemos establecer conexiones alrededor de valores y principios comunes, al tiempo que tratamos de encontrarnos con las personas allí donde están, teniendo en cuenta sus perspectivas culturales y religiosas, y presentándoles con delicadeza el mensaje de salvación en Jesús.

Sábado Mundial del Refugiado

Cada año, la Iglesia Mundial reserva un día para reconocer la difícil situación de los refugiados en todo el mundo. Este año, el Sábado Mundial del Refugiado cae el 17 de junio. El Día Mundial del Refugiado se reserva para abrir nuestro corazón a los refugiados de todo el mundo, donde honramos y celebramos su resiliencia, mientras aprendemos, oramos y actuamos para ayudarlos en sus necesidades.1

Según Leno, este es un día especial “en el que nos unimos a otras entidades e instituciones para concientizar respecto a la realidad de los refugiados en todo el mundo... [Es] una oportunidad para ayudar a las personas que se encuentran bajo coacción, persecución en todo el mundo, y que tienen que abandonar su hogar y su país. [También sirve para] concientizar de que la Iglesia puede hacer algo más que orar. Podemos contribuir, incluso dirigir, y poner en marcha ministerios propios [para ayudar a los refugiados]”.

Leno subraya que, como individuos y colectivamente, podemos tener un impacto real en la vida de los refugiados justo donde estamos. Anima a los miembros de las iglesias de todo el mundo a empezar por: 

  • Orar y pedir a Dios que nos coloque allí donde podemos ser una bendición para los necesitados. 

  • Mirar a nuestro alrededor en nuestro pueblo o ciudad y encontrar organizaciones que ya estén ayudando a los refugiados y asociarnos con ellas. 

  • Interesarnos por ayudar a los refugiados y estar a su lado.

  • Poner en marcha nuestras propias iniciativas.

  • Donar, orar, crear conciencia u ofrecer nuestro tiempo como voluntarios.

Al mirar hacia el futuro, Bledi Leno expresa la esperanza de que los miembros de iglesia de todo el mundo sean más proactivos, y que cada adventista participe activamente como defensor de los refugiados. Su visión es que los miembros de todo el mundo sean una voz para los que no la tienen y participen activamente en las comunidades locales, haciendo donaciones, ofreciéndose como voluntarios y asociándose con otras organizaciones útiles para ayudar a los refugiados y a los desplazados. Al fomentar una revolución compasiva, la Iglesia aspira a tener un impacto significativo en la vida de los refugiados y extender el amor y el apoyo de Dios a los necesitados.

El compromiso de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de llegar a los refugiados es una encarnación de su misión de seguir los pasos de Jesús. Mediante una serie de iniciativas y programas, podemos construir relaciones de confianza, presentar el Evangelio y ayudar a los refugiados a recuperar su sentido de integridad. 

“Todo acto de misericordia y benevolencia en favor del que sufre y del que no tiene amigos es aceptado por Cristo como si lo hiciéramos a él mismo” (Review and Herald, 21 de julio de 1896).

Ingresa aquí para conocer más acerca del Sábado Mundial del Refugiado. Para tener más información respecto a los Centros Adventistas de Misión Global, visita: https://gm.adventistmission.org/global-mission-initiative.

1 https://adra.org/worldrefugeesabbath

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