Debido a la calamidad causada por las inundaciones en Rio Grande do Sul, Brasil, a principios de 2024, muchos voluntarios se movilizaron para ayudar a los afectados de distintas maneras.
En julio, 20 voluntarios del Instituto O Amor Chama [El amor llama] se embarcaron en una misión de cuatro días para ayudar a limpiar las casas devastadas por las inundaciones. El grupo de voluntarios partió de la Iglesia Adventista del barrio de Portão el 13 de julio y regresó la mañana del 18, tras intensas jornadas de trabajo.
Durante esta actividad de servicio, la Iglesia Adventista de Vila Glória, en São Leopoldo, fue la base de apoyo, ofreciendo alojamiento y comida al equipo.
El impacto del voluntariado
Entre los voluntarios estaba Janete Marinho, una profesora jubilada de 61 años de São José dos Pinhais, Paraná, que encontró un nuevo propósito en la vida a través del voluntariado.
Marinho, quien preparó docenas de kits para distribuirlos a la comunidad, contó cómo la dedicación a los demás la ayudó a superar una profunda depresión. “Estaba en una depresión en la que no te duchas, no quieres comer, no quieres nada. Solamente quieres desaparecer. Pero entonces, una amiga, a la que llamo ángel, llamó a mi puerta y me invitó a ser voluntaria. Eso me motiva mucho hoy en día”, revela emocionada.
Explica que, tras jubilarse, buscó participar de causas sociales como forma de encontrar un nuevo propósito. “Este proyecto fue una bendición. Es una pena que no durara mucho porque el trabajo es mucho, mucho. Pero pienso volver”, dijo, destacando el impacto positivo que la experiencia tuvo en su vida. “Hoy puedo decir esto: el voluntariado me sacó de la depresión. Ya no tomo ningún tipo de medicación. Se trata de hacer algo por los demás, pero en realidad, acabé haciéndolo por mí misma. Siempre he sido yo la beneficiada y siempre lo seré”, afirma.
Marinho también subraya la importancia de encontrar un propósito, especialmente para quienes se enfrentan a desafíos emocionales. “Estar jubilado ayuda, tengo tiempo para ayudar. Y que esto sirva de advertencia a otras personas en la misma situación. La medicina está para usarla, pero muchas veces hay que arrodillarse, pedir ayuda a Dios, hacer el bien y abrazar una causa. El principal beneficiario somos nosotros”, aconseja.
Una misión de solidaridad
El Instituto O Amor Chama limpió, retiró escombros, pintó e hizo reparaciones menores en viviendas de la comunidad Vicentina, en São Leopoldo, y Sarandi, en Porto Alegre. Además de realizar mejoras físicas en las casas, los voluntarios proporcionaron apoyo emocional a las familias afectadas, ofreciendo serenatas y oraciones a quienes se enfrentaban a la pérdida de sus posesiones y al trauma de las inundaciones.
También se distribuyeron invitaciones para que estas familias pudieran participar en las actividades de la Iglesia Adventista en el barrio de Vicentina, junto con ejemplares de la Revista Adventista y del libro O Ultimo Convite [La última invitación]. Los kits también incluían golosinas como dulces, gorros de lana y paños de cocina.
Giovana Felix, responsable de comunicación de O Amor Chama y líder del programa de voluntarios, reforzó la importancia de la misión y el impacto que ha tenido en la vida de los involucrados. “Dios estuvo a cargo de todo y preparó nuestro corazón, permitiendo que el amor de Cristo se desbordara por medio de nosotros dondequiera que fuéramos. Escuchamos muchas historias y pudimos guiar y bendecir a cada persona con la Palabra de Dios. Era muy común ver lágrimas en sus ojos después de decir ‘Amén’ a cada oración. Su gratitud era inmensa por estar allí, orando con ellos”, cuenta la voluntaria.
Esta actividad misionera, marcada por momentos de emoción y transformación, muestra cómo la solidaridad no solamente puede reconstruir hogares, sino también restaurar vidas.
El artículo original se publicó en el sitio web en portugués de la División Sudamericana.