Un equipo de profesionales de la salud de la organización Hearts for Mission, acompañados por Rick McEdward, presidente de la Unión del Medio Oriente y el Norte de África (UMONA) de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, y Marcia McEdward, directora del Ministerio de Salud de la UMONA, concluyeron recientemente un viaje de cinco días a Libia. Su visita tuvo como objetivo apoyar el desarrollo sanitario y educativo del país, informaron los líderes de la iglesia regional.
Un grupo con un objetivo
La delegación fue recibida por el gobierno libio por medio de la Oficina de Cooperación Internacional del Ministerio de Sanidad y el Consejo Nacional de Relaciones EE. UU.-Libia (NCUSLR), con sede en Washington D.C. Incluyó un cirujano cardiotorácico, un cardiólogo, especialistas en traumatología y enfermeras, que trabajaron estrechamente con funcionarios sanitarios libios para explorar formas de prestar apoyo y compartir conocimientos con el fin de mejorar el sistema sanitario del país. Nan Wang, cirujano cardiovascular, es el presidente y fundador de Hearts for Mission.
El equipo había conocido previamente a Hani Shennib, profesor de medicina nacido en Libia y residente en Estados Unidos, especializado en tecnología y cirugía cardiovascular y torácica. Como presidente del NCUSLR, Shennib desempeñó un papel fundamental para hacer posible la visita.
El grupo mantuvo varias reuniones con Su Excelencia Othman Abduljalil, ministro de Sanidad, y su equipo, que compartieron los esfuerzos y planes en curso del gobierno para mejorar la atención sanitaria en todo el país.
Rick y Marcia McEdward tuvieron la oportunidad de presentar algunos de los principales programas de salud preventiva que los adventistas ofrecen en la región. Entre los programas se incluye Breathe Free, una iniciativa global que los adventistas promueven con el objetivo de ayudar a las personas a dejar de fumar y enseñarles y apoyarles en su camino hacia un estilo de vida más saludable. El grupo también se reunió con el director de la Universidad de Bengasi, Izzidin Aldresy, quien compartió la situación de la Facultad de Medicina y los posibles medios de colaboración.
Un legado de servicio
La visita tuvo un significado especial, ya que el equipo recorrió el Hospital Infantil de Bengasi. Este edificio reviste especial importancia para la Iglesia Adventista porque en su día fue sede del Hospital Adventista de Bengasi, inaugurado en 1966 bajo la dirección de Roy S. Cornell.
El Hospital Adventista de Benghazi comenzó como un pequeño centro de 27 camas, que más tarde creció y se trasladó a un moderno hospital de 60 camas en 1968. Lo que lo hacía especial era la diversidad de su equipo; más de 40 familias de Estados Unidos, Filipinas, Corea, India, Australia, Indonesia y varios países de Oriente Medio trabajaban allí, junto con muchos trabajadores sanitarios libios.
El hospital no se limitaba a tratar a los pacientes. Dirigía una clínica benéfica dos veces por semana que ayudaba a entre 50 y 100 personas que no podían permitirse atención médica. El antiguo equipo del hospital también viajaba a pueblos lejanos con una clínica móvil, llevando esperanza y atención sanitaria esencial a personas que vivían lejos de la ciudad. También dirigían un servicio de ambulancias que ayudaba tanto a los residentes de la ciudad como a los trabajadores de los campos petrolíferos del desierto cuando se producía una emergencia.
El hospital era un faro de esperanza para la comunidad, y llegó a ser tan conocido por su excelente atención que el rey Idris I de Libia lo visitó en 1968 y lo calificó de hospital “número uno” del país. Esta reputación puede atribuirse al propósito fundacional de la institución, que está inscrito en la lápida de dedicación: “A la Gloria de Dios y al Servicio de la Humanidad”.
Establecer nuevos vínculos
Durante su reciente estancia, el equipo fue acogido con la mejor hospitalidad libia, y fueron invitados de honor en varios encuentros, incluida una cena tradicional beduina. También tuvieron la oportunidad de reunirse con varios funcionarios del gobierno y compartir momentos con el viceministro y el personal de Asuntos Exteriores.
A lo largo de los cinco días de visita, la delegación se relacionó con numerosas instituciones médicas y centros académicos, como el Hospital Al-Jalah, el Hospital Dar Al-Hekma, el Hospital Docente Shahat y el Centro Médico de Bengasi. También se relacionaron con el Complejo de Facultades de Medicina de la Universidad de Bengasi (una universidad pública con más de 85.000 estudiantes). En la Universidad de Bengasi, además de reunirse con el director Izzidin Aldresy, la delegación se entrevistó brevemente con Martin Longden, embajador británico en Libia. Por último, visitaron la Escuela Superior de Tecnología Médica de Bengasi.
Las visitas facilitaron los debates sobre cómo pueden colaborar las organizaciones internacionales y las instituciones libias para elevar los niveles de atención sanitaria y educación médica, con el objetivo a largo plazo de mejorar la calidad de los tratamientos y servicios locales, informaron los dirigentes.
Los delegados también visitaron Shahat, donde centraron su estancia en el Hospital de Especialidades Pulmonológicas de la ciudad de Shahat. Funcionarios de la institución dieron la bienvenida al grupo con una visita a las instalaciones, seguida de una reunión que solamente puede describirse como productiva, llena de pasión y caracterizada por la hospitalidad libia. El equipo también visitó las ruinas de Cirene, que tiene importancia bíblica por ser el lugar de origen de Simón de Cirene, conocido como el hombre que cargó con la cruz de Jesús camino de su crucifixión.
Tanto el equipo de Hearts for Mission como el equipo adventista recibieron recuerdos especiales de colaboración y agradecimiento del Ministerio de Salud, con la esperanza de una futura colaboración para el pueblo de Libia. Cada uno de los invitados recibió una muestra de agradecimiento personalizada, con una foto de la lápida de dedicación original de 1966 y un trozo de un ciprés plantado en el Hospital Adventista de Bengasi, con estas palabras: “Esta es la cáscara del ciprés que plantaron en 1968 en el suelo de esta buena tierra, que respiró el aire de Bengasi hasta decorar con él la ciudad, y ahora vuelven a su verde planta para regarla con nueva ternura de paz”.
El equipo que participó en este viaje dejó Libia con el corazón henchido de esperanza de volver en el futuro con más profesionales sanitarios para suplir las necesidades que surjan en el país norteafricano. Su visita no solo honró el perdurable legado del Sistema Adventista de Salud, sino que también mostró el espíritu de servicio que caracteriza a los adventistas de todo el mundo.
El artículo original se publicó en el sitio web de la Adventist Review.