Cuando el presidente de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, Ted N. C. Wilson, y su esposa, Nancy, visitaron iglesias e instituciones en Sudamérica a principios de febrero, recibieron una sorpresa especial e inesperada al llegar a Argentina.
“No teníamos ni idea de cuál sería la sorpresa”, dijo Wilson al cuerpo de profesores, los estudiantes y los miembros de la comunidad de la Universidad Adventista del Plata (UAP) en Argentina, quienes se reunieron para escuchar su mensaje en el campus de la escuela en Libertador San Martín, Entre Ríos, el 15 de febrero de 2025.
Wilson contó que, cuando llegaron al aeropuerto de Buenos Aires, el rector de la universidad, Horacio Rizzo, quien dio la bienvenida a la delegación, les dijo que una exalumna y una futura alumna de la universidad les servirían de guías durante su estancia.
Segundos después, los Wilson se sorprendieron al ver aparecer a su hija menor, Catherine Wilson Renck, y su hija adolescente, Charlotte, quienes viven en Estados Unidos.
“¡Fue una reunión familiar encantadora!”, dijo Wilson.
Hace un par de décadas, Renck fue voluntaria en la UAP durante varios meses.
“Catherine tiene muy buenos recuerdos de la UAP”, reconoció Wilson.
Contó cómo creció siguiendo a sus padres misioneros viviendo en lugares como África Occidental y Rusia y más tarde sirviendo en Guyana. “Es una hija muy misionera”, dijo Wilson.
Creciendo como misionera
El mensaje de Wilson coronó un fin de semana con un claro enfoque en la misión, compartieron los líderes de la institución educativa. Dos días antes, Wilson había participado en la inauguración de la nueva sede de la Iglesia Adventista en Argentina. Y la noche anterior, en un programa especial, los Wilson compartieron algunas de sus experiencias como misioneros, mientras los líderes de la universidad dedicaban a los jóvenes que se capacitaban para servir donde Dios los guiara.
El 15 de febrero, Wilson llamó a Renck para que compartiera algunas de sus experiencias como hija de una familia misionera.
Renck dijo que, para las familias misioneras ocupadas, el tiempo que pasan juntos como familia es clave.
“Mi padre viajaba mucho cuando yo era joven”, reconoció. “Pero sabía que los viernes por la noche, en vacaciones y en ocasiones especiales, estaríamos juntos”.
Entre las ventajas de crecer en el campo misionero, mencionó el hecho de poder ver la iglesia mundial y no solo la comunidad eclesiástica local.
“Ves que todo está conectado”, dijo Renck. “Siempre oía a mi padre llamar a todos ‘mi hermano’ o ‘mi hermana’, así que cuando vine aquí, ya sabía que ustedes eran mis hermanos y hermanas. Venía a la familia, y ustedes me trataron como a una más”.
Sin embargo, ser hija de misionero tiene algunas desventajas, reconoció Renck. Mencionó que es difícil reconocer cuáles son las raíces propias, de dónde uno es.
“Tienes un país de origen, pero hay cosas que te gustan de cada país en el que has pasado tiempo”, explicó. Renck añadió que Jesús entiende cómo se sienten los hijos de misioneros, porque también vivió en diferentes lugares. “Así que, si no sabes a dónde perteneces, perteneces a Jesús”.
El verdadero enfoque de la misión
Haciéndose eco de las palabras de su hija, Wilson dijo a los asistentes al servicio: “Espero que ese sea el mensaje que compartan todos los días. Ese es el verdadero enfoque de la misión”.
Usando el ejemplo del apóstol Pablo, Wilson llamó a todos a “olvidar ciertamente lo que queda atrás” y a “extenderse a lo que está delante”, “prosiguiendo a la meta”, que es el llamado de Dios para cada uno de nosotros (ver Filipenses 3:13 y 14).
“Cuando estás junto a Jesús, tu vida se vuelve más dulce, tu visión se vuelve más clara y eres elevado a cosas de valor eterno”.
En ese contexto, Wilson explicó que Pablo nos está diciendo que evitemos las distracciones y nos centremos en la meta. En lo que respecta a los adventistas del séptimo día, esto implica compartir a Cristo y sus tres mensajes angélicos, o los tres últimos mensajes de advertencia al mundo, tal como se registran en Apocalipsis 14. Citando a Elena de White, cofundadora de la Iglesia Adventista, dijo: “Tenemos una obra por hacer”. Y eso incluye a todos, no importa si eres una persona jubilada o un niño. Hagamos lo que hagamos, nuestro objetivo debe ser compartir a Jesús y su justicia, dijo. “Que nada ni nadie te distraiga de tu objetivo”.
El artículo original se publicó en el sitio web de Adventist Review.